Emergencia sanitaria por COVID-19

La llegada del virus a los campos de refugiados tendría consecuencias devastadoras
El coronavirus no discrimina, y por tanto la respuesta mundial ante la crisis del COVID-19 debe incluir a todas las personas, también a las refugiadas y desplazadas. La pandemia global avanza muy rápido. Desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarase el brote de coronavirus como pandemia global, el número de nuevos casos y fallecidos no ha dejado de crecer.
Hay 79,5 millones de personas refugiadas en el mundo que son más vulnerables ante la amenaza del COVID-19. La llegada del coronavirus a los campos de refugiados, donde a menudo la población vive hacinada y sin las condiciones de higiene mínimas, tendría efectos devastadores. Por eso, ACNUR ha puesto rápidamente en marcha un Plan de prevención, preparación y respuesta del COVID-19 siguiendo todas las recomendaciones de la OMS. Pero para llevarlo a cabo necesita el apoyo y la colaboración de los socios y donantes. La ayuda es ahora más necesaria que nunca para evitar una catástrofe en los campos de refugiados.

ACNUR en terreno
• Distribución de agua potable y jabón entre los refugiados y desarrollo de infraestructuras sanitarias, refugios colectivos y centros de recepción.
• Campañas de información sobre el COVID-19 y medidas de higiene entre los refugiados en su propio idioma.
• Asegurarse de que los refugiados son atendidos por los planes nacionales de salud para enfrentar la pandemia del COVID-19.
• ACNUR también ayuda a los países de acogida a aumentar sus existencias de analgésicos, materiales intravenosos y medicamentos para reducir la fiebre y el dolor.
• Formación del personal sanitario y evaluación de las necesidades: equipo médico, suministros, instalaciones y transporte en ambulancia.
Si la higiene es clave para prevenir el virus, ¿qué pasará entre las poblaciones de refugiados que apenas tienen 10-20 litros de agua por persona al día y que no disponen de jabón ni de líquido desinfectante?
Los refugiados, además, se encuentran generalmente en un estado de salud frágil tras días y semanas de huida. Muchos están heridos, enfermos y no tienen acceso a agua potable ni a alimentos. Si el COVID-19 llega a los campos de refugiados, podrían perderse muchas vidas. Refugiados y coronavirus podría ser una trágica combinación