En Mozambique, tras las elecciones de octubre de 2024, se ha desatado la violencia en el país, que ha dejado ya al menos 278 muertos, según una ONG local.
En Malawi, unas 2.000 personas cruzaron al país vecino a principios de enero, muchos caminando largas distancias y cruzando el río Shire. Los refugios están abarrotados y el acceso a alimentos, agua potable e instalaciones de agua, saneamiento e higiene es insuficiente. En algunos lugares, más de 1.000 personas comparten un retrete, lo que aumenta considerablemente el riesgo de enfermedades.
En la vecina Eswatini han llegado otras 1.000 personas. Entre los recién llegados hay refugiados y solicitantes de asilo de diversas nacionalidades que han estado viviendo en Mozambique. El centro de acogida de refugiados de Malindza, diseñado originalmente para 250 personas, ahora está saturado y alberga a más de 1.000 personas.
Estos disturbios empeoran la calamitosa situación en la que ya se encontraba el país por la violencia, la crisis climática y el hambre. Más de 3,3 millones de personas sufren inseguridad alimentaria en todo el país, de las cuales 1,2 se encuentran en Cabo Delgado y Nampula.
Además, Mozambique es uno de los países que más sufren las consecuencias de la crisis climática. Ejemplo de ello es la tormenta tropical Filipo que en marzo de 2024 dejó lluvias torrenciales y fuertes vientos en el centro y sur del país y más de 93.000 personas se vieron afectadas. Más reciente ha sido el ciclón Chido el 14 de diciembre de 2024 que ha tenido devastadores efectos y la población sigue recuperándose. La situación actual está obstaculizando los esfuerzos humanitarios vitales para las comunidades que lo perdieron todo en la tormenta, al tiempo que desafía la respuesta para ayudarlas.
ACNUR está presente en Mozambique desde la década de 1980 y a día de hoy sigue trabajando de manera estrecha con las autoridades locales, socios humanitarios y comunidades de acogida para cubrir las necesidades urgentes de la población. Brinda protección, alojamiento y asistencia esencial a las personas que lo necesitan, especialmente a las más vulnerables como mujeres, menores o que precisan de asistencia específica.
La violencia actual en el país dificulta la ayuda humanitaria tras el ciclón Chido, afectando a Cabo Delgado y Nampula. ACNUR monitorea la situación de personas refugiadas y solicitantes de asilo mediante comunicación telefónica, asesoramiento presencial y reuniones comunitarias cuando la seguridad lo permite.
En Malawi, ACNUR colabora con el gobierno en Nsanje para alojar a recién llegados en cinco centros colectivos. Se han distribuido artículos de socorro, incluidas mantas, bidones, lámparas solares, utensilios de cocina y tiendas de campaña, entre otros. En Eswatini apoya al gobierno en el centro de refugiados de Ndzevane para aliviar el hacinamiento en Malindza, proporcionando registro, identificación de necesidades urgentes y ayuda en efectivo para artículos básicos.