La violencia se ha intensificado en el norte de Mozambique marcando una de las mayores oleadas de desplazamiento registradas este año. En una sola semana de finales de septiembre, casi 22.000 personas se vieron obligadas a desplazarse.
En 2025 la violencia se ha acelerado drásticamente, con más de 500 incidentes que afectaron a civiles, superando los niveles de 2022, uno de los períodos más intensos del conflicto que vive el país. Además, las familias también se enfrentan a ciclones, inundaciones y sequías prolongadas, lo que agrava la inseguridad alimentaria y limita el acceso a los servicios básicos.
Mozambique no es un país del que se hable mucho pero su población está sufriendo y necesitan ayuda. Por favor, colabora.
Tras las elecciones de octubre de 2024, se desató la violencia en el país. Este 2025, la situación ha seguido empeorando y la violencia ha aumentado drásticamente, con más de 500 incidentes violentos registrados que afectaron a civiles. Casi 22.000 personas fueron desplazadas en tan solo una semana a finales de septiembre, en medio de una intensificación de la violencia en el norte de Mozambique, lo que representa una de las mayores oleadas de desplazamiento registradas en lo que va del año.
Desde el inicio del conflicto en 2017, más de 1,3 millones de personas han sido forzadas a abandonar sus hogares. En lo que va de 2025, otras 100.000 se han visto obligadas a huir, y por primera vez, los 17 distritos de la provincia de Cabo Delgado se han visto directamente afectados por la violencia. Ataques simultáneos han generado un clima generalizado de miedo e inestabilidad. Muchos de los nuevos desplazados ya acogían a personas que habían huido previamente, y ahora ellos también se encuentran desarraigados.
La población civil sigue enfrentándose a graves amenazas, incluidos asesinatos, secuestros, violencia sexual y reclutamiento forzado. Niños, mujeres, personas mayores y personas con discapacidad están especialmente expuestos y muchos requieren con urgencia apoyo psicosocial.
"Proteger a la población civil, restablecer el acceso a los servicios esenciales e invertir en soluciones a largo plazo son urgentes para evitar más sufrimiento"
Xavier Creach, representante de ACNUR en Mozambique.
Estos disturbios empeoran la calamitosa situación en la que ya se encontraba el país por la violencia, la crisis climática y el hambre. Más de 3,3 millones de personas sufren inseguridad alimentaria en todo el país, de las cuales 1,2 se encuentran en Cabo Delgado y Nampula.
Además, Mozambique es uno de los países que más sufren las consecuencias de la crisis climática. Además de la violencia, las familias enfrentan desastres naturales como ciclones, inundaciones y sequías prolongadas, lo que agrava aún más la inseguridad alimentaria y limita el acceso a servicios esenciales. Ejemplo de ello fue la tormenta tropical Filipo que en marzo de 2024 dejó lluvias torrenciales y fuertes vientos en el centro y sur del país y más de 93.000 personas se vieron afectadas. Después llegó el ciclón Chido en diciembre de ese mismo año que tuvo devastadores efectos para la población.
ACNUR está presente en Mozambique desde la década de 1980 y a día de hoy sigue trabajando de manera estrecha con las autoridades locales, socios humanitarios y comunidades de acogida para cubrir las necesidades urgentes de la población. Brinda protección, alojamiento y asistencia esencial a las personas que lo necesitan, especialmente a las más vulnerables como mujeres, menores o que precisan de asistencia específica.
ACNUR y sus socios continúan apoyando a las poblaciones desplazadas y a las comunidades de acogida en el norte del país. Se han establecido puntos de ayuda para identificar a las personas con necesidades específicas, brindar asesoramiento y apoyo en salud mental, distribuir kits de dignidad y dispositivos de movilidad, y ayudar a las familias a reemplazar sus documentos civiles perdidos, en coordinación con las autoridades locales.