Una tragedia humanitaria silenciosa Una tragedia humanitaria silenciosa

Una tragedia humanitaria silenciosa

La población de Mozambique sufre una grave emergencia a causa de la violencia más brutal y sin reglas, a las que se suma el cambio climático y el impacto de la COVID-19. Pero es una emergencia silenciosa porque apenas sale en los medios y eso dificulta la recepción de ayuda.

Grupos armados no gubernamentales han provocado que más de 732.000 mozambiqueños hayan abandonado su hogar desde 2017. Arrasan casas, torturan y violan; asesinan a hombres delante de sus familias y reclutan a menores.

La nueva ola de ataques perpetrados a finales de marzo en Palma, un pueblo costero de la región de Cabo Delgado, han obligado a huir ya a más de 70.000 personas y siguen saliendo. El 70% de los nuevos desplazados son mujeres y menores, muchos de ellos no acompañados.

La de Mozambique es una emergencia grave y silenciada, que puede ir a peor en cualquier momento y que necesita de la solidaridad de todos para que ACNUR y el resto de actores humanitarios podamos hacer el trabajo para el que estamos preparados.

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Margarida Loureiro, directora de la oficina de ACNUR en Pemba, Mozambique, envía una carta dirigida a las personas que apoyan la labor de ACNUR y les permiten seguir trabajando sin descanso por los que más lo necesitan. Su relato desde el terreno sobre lo que está ocurriendo en el país es conmovedor. "Gracias por tu escucha y por tu apoyo. Gracias de corazón", concluye.