Mutilación genital femenina, el drama de más de 200 millones de niñas Mutilación genital femenina, el drama de más de 200 millones de niñas

Mutilación genital femenina, el drama de más de 200 millones de niñas

¿Cómo quieres ayudar a las mujeres refugiadas?

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Cuando Aminata llegó a España en 2008, ni siquiera sabía cómo decir “hola” en español. Ese obstáculo, tan sencillo a los ojos de muchos, se convirtió en su primer muro, un muro que separaba su voz de la vida que le aguardaba en su nueva ciudad. En la soledad de su casa, rodeada de barreras invisibles, su determinación comenzó a brotar. Quería aprender a hablar, a conectarse con su nueva realidad. A pesar de las dificultades, encontró una escuela donde, con esfuerzo y corazón, comenzó a dar sus primeros pasos hacia la libertad.

Esa misma determinación, esa chispa que nunca dejó que se apagara, fue la que encendió la llama de lo que hoy es Red Aminata. Un proyecto que, con el respaldo de ACNUR a través del programa de Ayudas al emprendimiento social liderado por personas refugiadas, no solo enseña español a mujeres refugiadas, sino que les ofrece mucho más: un refugio emocional, un espacio para sanar las heridas invisibles, una red de apoyo inquebrantable. A través de las clases de castellano, estas mujeres no solo aprenden un idioma; aprenden a existir, a reclamar su espacio en una sociedad que, a menudo, las mira desde la indiferencia. "Siempre fue un sueño para mí poder enseñar castellano a mujeres", dice Aminata, su voz llena de emoción. "Y es ACNUR quien ha hecho realidad ese sueño. Esto es mucho más que un idioma, es una oportunidad para que ellas puedan salir, conocer otras realidades, hablar, integrar sus derechos en el día a día y entender que tienen el derecho a pedir asilo".

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La Red Aminata sigue creciendo, tejiendo un sinfín de historias, de aprendizajes compartidos. Como su propio nombre indica, no cesa de expandirse, de sumar nuevas manos, nuevas voces. Aquí, las mujeres no son solo estudiantes, se convierten en maestras, en faros de luz para otras que aún no han encontrado el camino. La esencia del proyecto es clara: Aminata está ahí para las que la necesitan, acompañándolas hasta que ellas son capaces de tender la mano a otras. La energía que emana de esta red es casi palpable, una energía que se transmite de mujer a mujer, que las fortalece y las inspira a tomar el control de sus vidas. “Somos una red de mujeres que nos apoyamos unas a otras. Si tengo algo para compartir, lo compartimos juntas. Si tenemos que llorar, lloramos juntas,” dice Aminata, y en sus palabras se puede sentir la fortaleza que nace de la solidaridad.

En el corazón de este trabajo, late una lucha aún más profunda: la erradicación de la mutilación genital femenina. Esta dolorosa práctica, que arrastra consigo el sufrimiento físico y emocional de millones de mujeres y niñas en todo el mundo, es la batalla que Aminata libró en su propia piel. A través de la Red Aminata, lucha para prevenirla, concienciar sobre sus devastadoras consecuencias y apoyar a las sobrevivientes. "La mutilación genital femenina no es solo una violación física, es una herida en el alma", explica Aminata, mientras recuerda las cicatrices invisibles que dejó en su vida.

Aminata sabe lo que es ser víctima de esta violencia: después de un parto complicado debido a las secuelas de la mutilación, en 2013, dio el valiente paso de someterse a una reconstrucción funcional del clítoris. Fue en ese momento cuando entendió el profundo vacío que esta práctica deja en las mujeres, y, al mismo tiempo, la posibilidad de reconstruir no solo el cuerpo, sino también el alma. Su proceso de recuperación la impulsó a formarse como agente de salud comunitaria y a crear Red Aminata, un refugio de esperanza para muchas mujeres, un lugar donde pueden sanar, ser escuchadas y acompañadas en su proceso de decisión.

Aminata Soucko lucha contra la mutilación genital femenina

Aminata no solo actúa como intérprete o guía; se convierte en una hermana, en una madre, en una amiga. Su proyecto sigue creciendo, alimentado por el trabajo conjunto con organizaciones como Farmamundi, que facilitan el acceso a la información y los tratamientos de reconstrucción, mientras profundizan en la prevención dentro de las comunidades de personas refugiadas y migrantes.

Pero el sueño de Aminata no termina aquí. La niña que soñaba con ser médica, ahora se ha convertido en la guardiana de la salud de muchas otras mujeres. Su próximo objetivo es aún más ambicioso: abrir un centro de apoyo en su país de origen, un espacio donde las mujeres y niñas víctimas de violencia puedan encontrar refugio, protección y la fuerza para comenzar de nuevo. Un lugar donde puedan sanar sus heridas y evitar que otras sufran lo que ella vivió.

Aminata sigue luchando por un mundo mejor, por un futuro donde las niñas de hoy, como sus propios hijos Aisa y Amadou, puedan crecer libres de violencias, libres para elegir su destino, libres para vivir una vida digna y plena.