ACNUR, líder en materia de refugio y campos de refugiados a nivel mundial
Más de 122 millones de personas en el mundo se han visto obligados a dejar su hogar a causa de la guerra, la violencia, los desastres naturales, etc. Darles un refugio seguro es el principal trabajo de ACNUR, que lleva más de 70 años facilitando cobijo y asistencia básica a víctimas de conflictos. ACNUR cuenta con distintas modalidades de refugio que se adaptan al entorno y a las necesidades familiares. Ofrecer un espacio seguro y digno a las familias que lo han perdido supone también aprovisionarlas de materiales básicos como mantas, colchones, artículos de cocina, calefactores, lámparas solares y cubos para recoger agua. ACNUR se encarga de repartir todos estos materiales para garantizar unas condiciones de vida mínimamente dignas en los campos de personas refugiadas.
ACNUR es la agencia líder de Naciones Unidas en materia de refugio y campos de personas refugiadas. Su mandato de protección contempla la provisión de refugio como una de sus principales actividades. Dar un nuevo hogar a los millones de personas que lo han perdido todo no es tarea fácil y los retos se multiplican cada año a medida que las cifras de desplazamiento mundial se disparan. No obstante, ACNUR cuenta con almacenes logísticos en varios puntos del planeta que permiten entregar tiendas y materiales básicos de ayuda humanitaria en cuestión de horas cuando se producen emergencias.
Sin embargo, son cientos de miles las personas refugiadas de todo el mundo que se ven obligadas a vivir en campos durante años e incluso décadas. Para ellos, ACNUR prepara programas especiales destinados a ofrecerles un alojamiento permanente y digno, así como opciones de integración en el país de acogida. Del mismo modo, aquellas personas que se encuentran refugiadas en entornos urbanos reciben la asistencia de la Agencia en forma de ayudas económicas en efectivo para pagar el alojamiento y materiales básicos para su vida diaria como mantas, calefactores o ropa de abrigo en invierno.
ACNUR no solo construye refugios, sino que también intenta que su construcción sea una actividad generadora de ingresos para la comunidad local, promoviendo el uso de materiales locales y la contratación de mujeres obreras en los proyectos de construcción y rehabilitación. De esta forma, se empodera a las mujeres y se les ofrece una fuente de ingresos alternativa, evitando así el sexo por supervivencia como forma de ganarse la vida.
“Mi mayor dolor es la desaparición de mi hija de siete años, que fue secuestrada por hombres armados”, cuenta Joelle. Ella se vio obligada a huir de su casa en junio de 2019 cuando, tras un ataque armado, grupos de rebeldes asaltaron su aldea en el territorio de Djugu, provincia de Ituri en República Democrática del Congo. “Vine aquí sin nada. Soy una mujer valiente”, dice Joelle, de 52 años, que ahora vive segura en Bunia, con una familia de acogida.
Su principal fuente de ingresos proviene de ACNUR: es una obrera más en la construcción de refugios para desplazados. Un trabajo exigente, pero a la vez reconfortante para ella, ya que, como indica: “No le temo al trabajo duro, especialmente si puedo ayudar a construir un refugio para otras mujeres desplazadas. Las mujeres necesitan refugio. Es muy peligroso para una mujer no tener un lugar seguro para vivir, sobre todo cuando hay hombres con armas de fuego por ahí”.
“En diferentes puntos nos dieron comida, mantas y sacos de dormir. Esta es la primera tienda sólida en la que hemos dormido”.
Mahmoud, refugiado sirio en Europa