En contextos de emergencia, los que más sufren son los niños y niñas refugiadas que enfrentan riesgos extremos: desnutrición, hacinamiento, escasez de agua potable y acceso limitado a servicios de salud. Estas condiciones los hacen especialmente vulnerables a enfermedades prevenibles.
Una vacuna puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte. Son más que una medida de salud: son una inversión en el futuro, una oportunidad para crecer con dignidad, salud y esperanza.
Las vacunas salvan vidas. Ayúdanos a seguir salvándolas.
En los campos de personas refugiadas densamente poblados, el riesgo de contraer estas enfermedades se dispara. Para evitar los contagios entre la población refugiada, ACNUR y sus socios trabajan para llevar vacunas a los niños desplazados y refugiados antes de que se produzca una epidemia.
En situaciones de emergencias se interrumpen los servicios de salud, dejando a miles de niños sin protección. Al menos el 95% de los niños de entre 0 a 15 años de edad recién llegados a un campo de refugiados deben recibir la vacunación contra el sarampión y la polio.
La vacunación protege a toda la comunidad mediante la inmunidad colectiva y salva más de 4 millones de vidas al año en todo el mundo.

Siguiendo las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, ACNUR implementa campañas masivas de vacunación en zonas de desplazamiento que son esenciales para reducir la mortalidad infantil y garantizar que los niños puedan crecer en un entorno más seguro y saludable. Estas son las acciones que lleva a cabo ACNUR y sus socios:
La vacunación es un derecho, y como sociedad, debemos hacer todo lo posible para que ningún niño refugiado quede atrás.