Cuando se produjo la explosión en el puerto de Beirut el pasado mes de agosto, Manar estaba jugando en la calle. Al escuchar el enorme estruendo, su madre, Fahima, tuvo la sensación de estar de nuevo en Siria. Salió rápidamente a buscar a su hija. Al poco, la encontró escondida detrás de una gran maceta frente a un edificio vecino.
Antes de la explosión, Manar solía ser una niña intrépida. Ahora, tiene miedo por la noche, no se separa de su madre y cualquier ruido fuerte le aterroriza. Sufre estrés postraumático.
"Tiene miedos que antes no tenía. Se tapa los oídos con las manos constantemente. Si oye un ruido, piensa que se trata de otra explosión".
Fahima, madre de Manar.
Un gran número de niños sirios está traumatizado por la guerra. Vivir una explosión o el hecho de estar sometido a bombardeos constantes, como en un contexto de guerra, tiene consecuencias devastadoras en la niñez: estrés postraumático, pesadillas durante la noche, miedo constante, llantos repentinos, ansiedad, tristeza, depresión, hiperactividad, problemas en el habla o mutismo.
Como ya vimos con la historia de Naamat, la educación puede ser una herramienta poderosa para construir un futuro y para combatir los traumas de la guerra en la infancia. El colegio es un espacio donde sanar heridas, promueve la dignidad y permite el desarrollo intelectual y psicosocial de los niños. El apoyo familiar y de la comunidad también mejoran el bienestar psicológico de las infancia.
Como parte de la respuesta de ACNUR a la explosión en Beirut, Manar ha recibido apoyo psicológico en uno de los centros de salud mental gestionado por uno de sus socios, la Fundación Makhzoumi. La madre de Manar y su psicóloga, Mirna Maawad, están de acuerdo en que las sesiones han tenido un impacto positivo en ella. Durante la terapia, hace ejercicios de respiración, dibuja, juega y hace manualidades.
“Cuando una persona experimenta eventos traumáticos a una edad temprana, es más difícil de tratar porque aún no puede expresarse bien. Por eso, intentamos que se exprese dibujando, jugando o a través de la música".
Mirna Maawad, psicóloga de Manar.
Durante sus sesiones, Maawad explica a Manar que la explosión forma parte del pasado y le enseña cómo superar sus miedos. Cuando los traumas y los problemas psicológicos son tratados desde el inicio, ayuda al correcto desarrollo de los niños y supone un enorme beneficio para su futura salud mental.
Según la psicóloga, el nivel de angustia resulta particularmente alto entre la población siria refugiada en Líbano. A su consulta han llegado muchos niños, algunos de ellos refugiados sirios, víctimas de la explosión en Beirut: "Ellos son los más afectados porque la explosión desencadenó los recuerdos traumáticos de la guerra", comenta.
El 50 %
tiene problemas para dormir o moja la cama por la angustia sufrida por la guerra, según UNICEF.
27 %
sufre epilepsia.
27%
tiene problemas de desarrollo intelectual.
4%
tiene trastornos emocionales graves.
En su labor de ayuda al refugiado, ACNUR integra la salud mental y el apoyo psicosocial a la población desplazada. Esto se ha vuelto aún más importante durante la pandemia de COVID-19, que amenaza con desencadenar una crisis de salud mental debido al creciente aislamiento, la pérdida de medios de vida y la incertidumbre sobre el futuro.
Durante la pandemia, en toda la región de Oriente Medio y África del Norte, ACNUR y sus socios han intensificado las actividades de apoyo psicosocial en respuesta a los informes alarmantes sobre el aumento de los problemas de salud mental entre las personas desplazadas. Según estos informes, el número de suicidios y de autolesiones se ha multiplicado por tres.
54.302 niños y niñas sirios recibieron apoyo psicológico por parte de ACNUR de enero a abril de 2020.
Manar fue remitida directamente a un profesional de salud mental, pero muchos refugiados no son tan afortunados. Las necesidades psicológicas de la población desplazada, a menudo, superan con creces la capacidad del sistema de salud mental en los países de acogida, incluido Líbano.
En respuesta, ACNUR y sus socios han adoptado otros enfoques para tratar de aumentar el número de personas a las que pueden ayudar, por ejemplo, capacitando a población refugiada para que trabajen como voluntarios en sus comunidades. Pueden brindar apoyo emocional básico a otras personas y derivar los casos más graves para un tratamiento adicional cuando sea necesario.
"Cuando veo a un terapeuta, siento que hay esperanza".
Fahima.