La gestión de un campo de refugiados cuenta con unas peculiaridades claras. En algunos, miles de personas conviven compartiendo recursos como alimentos o higiene, por lo que es importante...
La gestión de un campo de refugiados cuenta con unas peculiaridades claras. En algunos, miles de personas conviven compartiendo recursos como alimentos o higiene, por lo que es importante diseñar un plan de acciónpara poder dar al mayor número de personas una vida digna mientras esperan una solución para su situación.
Para optimizar estos recursos, algunos campos de refugiados han puesto en marcha protocolos de reciclaje que permiten aprovechar los materiales, dándoles una segunda vida útil. Esto favorece el ahorro de recursos y además implica a los refugiados, que participan activamente en el proceso.
El reciclaje es muy importante para la gestión de los recursos cotidianos básicos en los campos de refugiados, y sus habitantes han conseguido que la reutilización de los materiales forme parte de sus vidas. Hoy, de hecho, queremos hablarte de los niños; pequeños que huyen de sus casas para intentar buscar una vida mejor y una nueva oportunidad, y que lo dejan todo atrás, incluyendo sus juguetes favoritos.
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Aunque el trayecto y las situaciones vividas los han marcado y hecho madurar antes de tiempo, siguen siendo niños que quieren pasar sus horas jugando. En los campos de refugiados, muchas veces no hay tiempo para la planificación de actividades de ocio; por eso algunas personas han tomado las riendas de la situación y están haciendo uso de su imaginación y sus habilidades para encontrar formas de pasar el tiempo: fabricar juguetes con materiales reciclados.
Karem es un refugiado sirio que vive en un campo de Jordania. En su país natal solía hacer labores de carpintería, pero en su nuevo hogar ya no cuenta con recursos para ello. Sin embargo, sigue contando con conocimientos especializados y ha decidido emplearlos para hacer felices a los niños que viven con él en la zona. Así, Karem busca materiales y productos de desecho dentro del campo y con ellos fabrica juguetes para los más pequeños. Él se entretiene y además hace que otros puedan disfrutar de sus ratos libres.
Esta afición por la construcción de objetos para el ocio se está propagando en estos campos. Muchos niños juntan barro, telas o arena y, con la ayuda de su imaginación, los convierten en aviones, muñecos o coches con los que pasar las horas en el campo de refugiados. Aunque hayan dejado atrás sus juguetes favoritos, es esperanzador ver como los niños encuentran pronto un sustituto para olvidar por un rato todo lo que han tenido que pasar hasta llegar aquí.
En ocasiones, padres e hijos trabajan juntos, construyendo muñecas con unas cuantas prendas de ropa viejas o figuras con barro. Personas como Karem también ayudan con sus conocimientos, y estas comunidades se están convirtiendo en verdaderas familias que se apoyan unos a otros con lo que encuentran en el asentamiento. Como ves, la gestión de los recursos en los campos de refugiados no se centra solo en lo más básico, sino que sirve también para mantener viva la ilusión y para formar vínculos y relaciones entre los refugiados.