Millones de personas están huyendo de su hogar en busca de una vida mejor y, para muchos, Europa puede ser la solución a su situación. Lo ven...
Millones de personas están huyendo de su hogar en busca de una vida mejor y, para muchos, Europa puede ser la solución a su situación.
Lo ven como un continente de oportunidades en el que pueden encontrar un lugar donde sentirse a salvo de la guerra dentro de alguno de los países que componen esta unión y donde no tienen que temer por sus vidas.
Durante 2015, cientos de miles de personas han cruzado las fronteras europeas para encontrar una nueva oportunidad. De hecho, asistimos a momentos clave de la crisis de los refugiados, como los cientos de personas que murieron en el Mediterráneo intentando llegar a nuestras costas, las más de 70 que perdieron la vida en un camión frigorífico en Austria o cierres de fronteras como la de Hungría.
Existen diferentes rutas que los desplazados toman para llegar a nuestras fronteras y que dependen en parte del país de donde provienen. Algunas son menos transitadas, como las que unen el norte de África con España. La más habitual es la que emprenden desde Turquía por mar hacia Bulgaria o Grecia, aunque también se utiliza mucho la que une el norte de África con Italia a través del Mediterráneo central. Muchas personas se montan en embarcaciones poco seguras a cambio, en ocasiones, de elevadas cantidades de dinero para intentar buscar una vida mejor lejos de sus casas. Algunos incluso pierden la vida en el camino y no consiguen llegar a tierra firme. Según la Organización Internacional para las Migraciones, más de 2.000 personas podrían haber muerto en el Mediterráneo durante el año pasado y más de 30.000 en total podrían haber perdido la vida durante sus desplazamientos.
El 59% de los desplazados que llegan a Grecia por mar lo hacen desde Siria, un país que se encuentra actualmente en conflicto y que no puede garantizar su seguridad. Su intención al llegar a Grecia es encontrar una puerta de entrada al viejo continente a través de otros países como Macedonia. De hecho, la gran mayoría cruza la frontera con este país; por eso hoy queremos hablarte de los retos a los que se enfrentan los refugiados en Macedonia.
Imaginemos una familia siria que toma la decisión de dejar su casa para buscar un sitio mejor donde vivir. Son conscientes de que la guerra y las condiciones económicas no les garantizan una buena calidad de vida; por eso huyen de su país dejándolo todo atrás camino a Europa, una tierra de oportunidades.
Una gran mayoría de los sirios deciden que la mejor manera de llegar al viejo continente es entrar por Grecia y, para ello, eligen la ruta marítima, que ya han hecho muchos de sus conocidos. En la actualidad, muchas personas se aprovechan de la situación desesperada de los refugiados para venderles una plaza en una embarcación rumbo a las costas griegas, en ocasiones, a cambio de todos los ahorros de estas familias, que están dispuestas a arriesgarlo todo para llegar a Europa.
Cuando consiguen una plaza en el barco, muchas veces hacinados con otras docenas de personas, deben enfrentarse a una ruta marítima muy peligrosa, hacer frente a las inclemencias meteorológicas e intentar llegar sanos y salvos a la costa. Recordemos que más de 2.000 personas no consiguieron llegar a su destino el año pasado y que fuimos testigos de algunos naufragios como el que costó la vida en abril a 851 personas.
Después de un largo y agotador viaje por mar, se encuentran con una situación desoladora: cientos de refugiados se agolpan en las costas griegas en busca de una oportunidad y deben encontrar la manera de viajar hacia otros países colindantes. Por suerte, se encuentran con voluntarios y organizaciones humanitarias que los atienden, dándoles mantas, comida caliente y agua para recuperarse del largo camino. Tras recuperar fuerzas durante el tiempo mínimo indispensable, la familia elige cruzar la frontera hacia Macedonia. Como algunos de sus compatriotas, deben encontrar un transporte que les lleve a la frontera. Muchas personas han muerto en accidentes o situaciones similares, como los 71 desplazados que perdieron la vida en Austria dentro de un camión frigorífico.
A su llegada a Macedonia, pueden encontrarse con problemas burocráticos como el cierre de las fronteras o con un país nuevo, con una lengua diferente y costumbres muy distintas que les cierra las puertas. Si consiguen entrar, todavía les queda un largo camino hacia un sitio donde poder instalarse definitivamente. En numerosas ocasiones tendrán que hacerlo a pie, cruzando valles o montes, pero también ríos y lugares nevados.
En su largo camino se les presenta la posibilidad de alojarse en un campo de refugiados mientras su situación se regulariza o mientras se tramitan sus solicitudes de asilo. Estos asentamientos disponen de los víveres básicos, pero no pueden considerarse un hogar, ya que se encuentran muy lejos de sus casas y deben compartir los recursos con cientos de familias más.
Los refugiados adultos de Macedonia tienen que cargar con la responsabilidad de encontrar un lugar mejor para sus familias, pero sin duda la peor parte se la llevan los mayores y los niños. Ellos son los que más sufren no solo en los desplazamientos, sino también a la hora de dejarlo todo atrás. Se considera que esta generación de niños desplazados es una generación perdida, que romperá sus vínculos con su país y dejará de lado su infancia para embarcarse en un duro camino en busca de una vida mejor.
Como ves, desde su partida de su país de origen, los refugiados en Macedonia pero también los que deciden asentarse en otros países europeos se enfrentan a muchos retos diferentes. Viajes peligrosos por mar y tierra, hambre, frío, miedo, largos procesos burocráticos y la incertidumbre de si algún día podrán regresar a sus casas o volver a su país.
Durante el año 2015, millones de personas tuvieron que dejar su hogar en estas circunstancias, miles de ellos de camino a Europa, y se prevé que en 2016 la situación no mejore, ya que estas personas huyen de las situaciones que se están viviendo en sus países y que no tienen perspectivas de mejora.