El llamado triángulo Liptako-Gurma, conformado por Burkina Faso, Malí y Níger, sigue asistiendo a una escalada de violencia continua y que causa un rápido aumento de los...
El llamado triángulo Liptako-Gurma, conformado por Burkina Faso, Malí y Níger, sigue asistiendo a una escalada de violencia continua y que causa un rápido aumento de los desplazamientos internos, que en Burkina Faso se siguen multiplicando desde enero de 2019. Una situación que se agrava, además, en plena pandemia de COVID-19.
Por culpa de la violencia constante causada por los grupos armados que operan en diferentes regiones de este triángulo, más de 3 millones de personas han tenido que huir de sus hogares en el Sahel. Y muchas de ellas continúan en pleno desplazamiento, mientras que miles de refugiados se encuentran en situación de incertidumbre, ya que tanto su lugar de acogida como su sitio de origen son víctimas de ataques. Es decir, se han quedado sin un lugar seguro a donde ir.
Burkina Faso figura como el epicentro de esta crisis humanitaria. En el mes de abril de 2020 registraba un total de 848.000 desplazados internos, lo que significa que más de seis de cada diez de estas personas en el triángulo del Sahel central se encuentran en este país. Una situación de emergencia que ya afecta a Chad y Mauritania y podría extenderse hasta Costa de Marfil, Togo, Benin y Ghana.
A todo esto, hay que sumarle la pandemia de COVID-19 y el aumento de la población contagiada, a la que los precarios servicios sanitarios no pueden atender en su totalidad. Es por esto que ACNUR busca ampliar su respuesta para enfrentar tanto la emergencia sanitaria en la región como la grave situación de los refugiados en Burkina Faso, con la idea de recaudar 186 millones de dólares para dar una protección integral a las comunidades de acogida, desplazados internos y refugiados.
En los primeros días de marzo de este año, la creciente escalada de inseguridad en Burkina Faso obligó a muchos refugiados malienses a considerar la posibilidad de abandonar sus comunidades de acogida y volver a su hogar. Paralelamente, muchos nativos de Burkina Faso comenzaron a huir a Mali como refugiados.
Son 25.000 los malienses refugiados en Burkina Faso y ACNUR trabaja en la región con especial preocupación, ya que en noviembre de 2019 la Agencia de la ONU para los Refugiados puso en marcha operativos de reubicación de diferentes comunidades, con la idea de que no se detenga la cadena de llegada de alimentos, medicamentos y alojamiento seguro.
Muchos malienses han regresado a su país en Gao, donde ACNUR se vio obligada a reforzar su actividad porque se trata de una zona muy inestable por la violencia, algo que pone en riesgo a la población retornada. Se activaron puntos de control y áreas de recepción para garantizar un seguimiento lo más integral posible y que reduzca la vulnerabilidad de las personas que han decidido regresar.
Mientras aumentan los atentados y los ataques de grupos armados, también crece la población refugiada que abandona los campamentos para regresar a Mali o para desplazarse internamente por Burkina faso. El campo de refugiados de Goudoubo, donde vivían 9.000 personas refugiadas, ahora está vacío.
El 2 de mayo de 2020, fuerzas de seguridad de Burkina Faso atacaron a refugiados malienses alojados en el campamento de Mentao, cerca de la frontera con Mali, dejando un saldo de 32 personas heridas, muchas de ellas graves.
De acuerdo a los testimonios de refugiados que pudo recoger personal de ACNUR que trabaja en el Sahel, las fuerzas de seguridad irrumpieron de manera violenta en el campamento buscando a hombres armados supuestamente implicados en un ataque contra un grupo de soldados en la carretera entre Djibo y Uagadugú y donde falleció un integrante de las fuerzas de seguridad de Burkina Faso.
Llegaron, registraron casa por casa y obligaron a todos los hombres mayores y jóvenes a salir de sus tiendas, atacando a muchos con cuerdas, palos y cinturones. “La comisión de tales actos por parte de las fuerzas de seguridad, según lo reportado, es absolutamente inaceptable”, dijo Millicent Mutuli, directora de la Oficina Regional de ACNUR para África Central y Occidental.
Después de este hecho aberrante, ACNUR emitió una carta al Ministro de Asuntos Exteriores de Burkina Faso, pidiendo explicaciones urgentes y manifestando su preocupación por la seguridad de los refugiados en ese país.