Para Florence, madre de cinco hijos, tener su propia casa significa poder vivir con dignidad. Después de huir del conflicto en Sudán del Sur, Florence tuvo que vivir en una tienda de plástico con otros 12 familiares durante dos años.
De pie, frente a su nueva casa en el asentamiento Kalobeyei, en Kenia, Florence sonríe con orgullo. Y no es de extrañar: ella misma construyó esta casa, gracias a la asistencia y las ayudas en efectivo que ACNUR proporciona.
La familia de Florence es una de las más de 1.800 familias de refugiados en Kalobeyei que han podido construir casas más seguras y duraderas, gracias a un proyecto que ha puesto en marcha ACNUR para obtener un refugio.
ACNUR proporciona ayudas a los refugiados para comprar materiales de construcción. Las personas diseñan y construyen sus casas en función de sus necesidades. Compran los materiales a las comunidades de acogida, así todos se benefician. Para Florence, estas ayudas significan mucho porque le dan la libertad de tomar sus propias decisiones. "Me siento feliz. Ves que tu casa es diferente y te sientes cómodo por dentro", dice con una sonrisa.
“Tu apoyo alivia el sufrimiento de estas personas y les envía un mensaje importante: que no están solos. Agradezco mucho tu generosidad y tu solidaridad con los millones de refugiados y personas desplazadas en todo el mundo”.
Filipo Granddi, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados.
¿Te imaginas tener que elegir entre pagar el alquiler o alimentar a tus hijos? Esa es la elección desgarradora a la que se tuvo que enfrentar Darlys cuando ella y sus dos hijos tuvieron que huir de Venezuela. Al principio, intentó alquilar un pequeño apartamento en Maicao, una ciudad colombiana cerca de la frontera, pero su dinero se acabó rápidamente y se vio obligada a dormir en la calle.
Para Darlys, salir de Venezuela era la única opción. Su hijo Luis tiene una enfermedad renal y en el país no estaba recibiendo tratamiento. Nunca imaginó que terminarían viviendo en la calle. Todas las noches intentaba mantenerse despierta para proteger a sus hijos. Tenía miedo de quedarse dormida.
Finalmente, ACNUR estableció un centro de recepción temporal a las afueras de Maicao, donde Darlys y su familia fueron acogidos. Cuando sus hijos se asomaron a su nueva tienda no se lo podían creer: un colchón con almohadas reales. Finalmente, habían encontrado algo de seguridad y comodidad. Su hijo Luis está recibiendo tratamiento para su enfermedad, se siente mejor y ha hecho nuevos amigos en el centro.
Ayuda a los refugiados