Tendría muchas cosas que deciros. Empezaré, una vez más, dándoos las gracias por vuestra responsabilidad al cuidaros y gracias por vuestra solidaridad posibilitando que podamos prevenir, cuidar y sanar a las personas desplazadas (cerca de 46 millones) y a las personas refugiadas (ya casi 26 millones) por el mundo.
Buscamos la colaboración con el Ministerio de Sanidad de cada país que acoge refugiados y en cada zona donde hay desplazados para que su atención primaria y sus servicios hospitalarios se amplíen con nuestra ayuda, y así poder atender más y mejor, tanto a su población, como a la población que humanitariamente acogen.
Nos esforzamos por informar con claridad y en todos los idiomas necesarios para que se sepa lo que hay que hacer para evitar el contagio del COVID-19 que tanto dolor está ocasionando en el mundo.
Hacemos “álgebra” para que, con muchas fronteras cerradas, no dejen de llegar los suministros y medicamentos a los campos de refugiados y desplazados.
Y seguimos haciendo lo de todos los días para que sus vidas continúen y lo hagan con la esperanza de “volver a casa” lo antes que sea posible.
Agua y jabón, siempre tan importantes para evitar contagios e infecciones. El Dr. Trueta fue un médico español que en la Guerra Civil limpiaba las heridas abiertas y retiraba la metralla con agua y jabón, claro está, porque escaseaban los antibióticos, y pudo, así, evitar amputaciones, gangrenas y muertes. El “método Trueta” también se utilizó en diversos frentes de la II Guerra Mundial. Ahora, ante un virus nuevo y sin vacuna aún, también necesitamos mucha agua y mucho jabón.
Nuestras “armas”: agua, jabón, solidaridad y un riguroso trabajo humanitario.
Termino despidiéndome como presidenta, tal y cómo me comprometí con vosotros hace cuatro años. Tras trece años en la junta directiva, paso a ser una socia y voluntaria del Comité español de ACNUR, donde nos seguiremos encontrando y “peleando” por los Derechos Humanos.
Ayuda a los refugiados