Desde noviembre de 2020, los enfrentamientos entre el gobierno federal y el Frente de Liberación Popular de Tigray están provocando el desplazamiento de miles de personas, pérdidas de empleo y destrucción generalizada de los medios de vida. ACNUR trabaja a contrarreloj para proporcionar ayuda a los más necesitados.
La crisis humanitaria afecta a 1,7 millones de desplazados internos en Tigray, a 87.420 refugiados eritreos en la región que se encuentran en una situación crítica y a las 46.000 personas refugiadas que han cruzado a Sudán para escapar de la violencia. Además, 720.000 niños y niñas necesitan ayuda y protección urgente. Muchos han sido separados de sus familias y carecen de lo más básico.
Mihret Gerezgiher, de 25 años, es una refugiada etíope. Vive en el campo de refugiados de Tunaydbah, en el este de Sudán. Tuvo que huir de su hogar con lo puesto a causa del conflicto en Tigray en noviembre de 2020. Cuenta que todavía tiene pesadillas por la violencia que presenció.
Mihret es ingeniera y profesora. Colabora como voluntaria con ACNUR y sus socios en el campo. Supervisa las labores de construcción de infraestructuras y ayuda a las madres refugiadas a obtener tratamiento médico para ellas y sus hijos.
Como Mihret, Surafuel Gebrehiwot también llegó desde Tigray al campo de Tunaydbah, pero llegó solo, separado de su mujer y sus hijos. Después de más de un mes sin noticias de ellos, ACNUR localizó a su hija en el campo de Um Rakuba y ha podido ver una foto de ella, la primera desde que abandonaron su hogar en Tigray por culpa de la violencia.
El conflicto comenzó justo en la época de la cosecha y ha causado una enorme crisis humanitaria. A ello se suma la sequía, otro enemigo a batir. El riesgo de hambruna inminente en la región es muy alto. En este momento, más de 5,5 millones de personas están sufriendo altos niveles de inseguridad alimentaria aguda. La situación podría empeorar durante el verano. Si no se toman medidas urgentes, dos millones de personas podrían sufrir hambruna de manera inminente, según la ONU.
En una pequeña clínica en Mekelle, en la capital de Tigray, 16 enfermeras desplazadas por el conflicto trabajan como voluntarias. Examinan a los niños, tratan la desnutrición infantil, la tos y la diarrea. El gran desafío es la falta de equipamiento médico y suministros. En la foto, Brukti (que oculta su nombre verdadero por motivos de protección) evalúa a una niña para comprobar si padece desnutrición.
“Soy enfermera y quiero ayudar a las personas que lo necesitan”, comenta Brukti. Como a miles de personas, el conflicto en Tigray la obligó a abandonar su aldea.
“Nuestra preocupación principal es la falta de medicamentos y de equipamiento médico”.
Brukti.
ACNUR está en terreno para atender esta situación crítica. Principalmente, proporciona alojamiento y protección y se ocupa de la gestión de campamentos. Junto con sus socios y otras agencias de la ONU, ha ampliado su respuesta en los últimos meses. Está distribuyendo material de emergencia, como mantas, mosquiteras, lámparas solares, jabones y bidones de gasolina a las personas desplazadas que se encuentran en distintos puntos de la región de Tigray. Hasta el momento, más de 13.000 hogares han recibido ayuda.
También colabora con las autoridades y socios en Sudán para proporcionar refugios, material de emergencia, agua potable, comida y acceso médico a las personas refugiadas que llegan desde Tigray.
ACNUR prevé que continúe el desplazamiento interno y transfronterizo. Por eso, sigue trabajando y ampliando su respuesta; pero necesita el apoyo urgente de los donantes para continuar brindando asistencia a un número de personas cada vez mayor que se ven obligadas a huir del conflicto en Tigray.
46.000
personas se encuentran refugiadas en Sudán en busca de seguridad.
1,7 millones
desplazados internos (el número aumenta debido a los últimos acontecimientos).
87.420
refugiados eritreos en Tigray en situación crítica (a 30 de mayo de 2021).
Ayuda a los refugiados