A pesar de su corta edad y de su apariencia frágil, Omar sabe cómo conquistar el cariño de la gente. Es uno de los alumnos más populares de su clase gracias a su inteligencia y elocuencia, superando con creces sus limitaciones físicas.
Después de cruzar la frontera y llegar a Líbano, ahora Omar vive en Trípoli junto a su familia. Hacen frente a muchas dificultades para llevar una vida digna, pero lo que más preocupa a sus padres es que Omar lleva años sin recibir el tratamiento adecuado. El niño sufre una deficiencia de la hormona del crecimiento, en la conocida “glándula maestra”, provocándole diferentes disfunciones en su desarrollo físico.
Sus padres le recuerdan constantemente que se alimente bien para poder crecer, pero saben que las vitaminas y el tratamiento que tanto necesita juegan un papel esencial para ello.
“Recuerdo cuando mataron a mi tío Ahmed”
Omar, el niño sirio que dejó de crecer.
Cuando se le pregunta a Omar por su vida en Siria uno espera que el niño responda con recuerdos relacionados con su escuela, sus amigos o sus juguetes. Sin embargo, lo que más recuerda el pequeño, al igual que les ocurre a muchos niños víctimas de este conflicto, es la muerte. “Recuerdo cuando mataron a mi tío Ahmed. Le dispararon tres balas. Una en su pierna, otra en su espalda y otra en el hombro. Entonces empezó a salir mucha sangre”.
La vida de Omar ha cambiado mucho en los últimos años. Ahora una de sus mayores preocupaciones es el dinero que se está gastando su padre en alimentos especiales para él. Su tratamiento es muy caro, incluso para las organizaciones humanitarias que asisten a los refugiados en Líbano. Por eso, su familia trata de alimentar lo mejor posible al niño aunque les cueste los ahorros de toda una vida.
En el horizonte, se vislumbra una posible solución. ACNUR ha propuesto que su caso sea estudiado para poder reasentarles en un país europeo donde Omar pueda tener acceso al tratamiento que necesita. Así podrá seguir adelante con su vida como un niño cualquiera y hacer realidad su sueño de hacerse “tan alto como el techo”.
Después de dos años en Líbano, el pequeño Omar podrá seguir creciendo en Finlandia junto a su familia, que desde finales de 2015 fueron reasentados en el norte de Europa donde podrá recibir los tratamientos necesarios.
Desgraciadamente, miles de niños sirios refugiados siguen necesitando nuestra ayuda cada día.
Ayúdanos a escribir un final feliz para todos ellos.