La historia del niño sumido en la pobreza que cambia su destino vuelve a traspasar la pantalla. Esta vez, desde Siria hasta la lujosa ciudad de Cannes.
A sus 13 años, este refugiado sirio atrajo todas las miradas en el Festival de Cannes. Sonriendo tímidamente a la cámara antes de subir al escenario, Zain Al Rafeaa recibió los aplausos de estrellas de cine y directores.
"Me sentí totalmente paralizado. Nunca había visto una ovación de pie", dice recordando la noche en la que Cafarnáum fue galardonada con el Premio del Jurado. Zain encarna a un niño del extrarradio que no puede ir al colegio y tiene que trabajar para conseguir dinero. Una historia demasiado parecida a la suya propia.
Tras huir de Siria con su familia, con apenas 7 años y sin saber ni leer ni escribir, su vida real ha sido desalentadora. Desde entonces, no ha podido volver al colegio y su infancia como refugiado en Beirut ha inspirado el papel que le ha llevado a la alfombra roja.
“Me hubiera encantado ir al colegio. Es un lugar de educación y de paz donde podría aprender a leer y escribir”, cuenta Zain.
Cuando Zain relata sus últimos años, durmiendo en colchones raídos con su familia, en un apartamento estrecho con corrientes de aire, asegura que ha sido duro.
Aunque su padre trabaja en un aparcamiento, vendiendo café y tirando la basura de la gente, sus ingresos, no alcanza para cubrir sus necesidades.
Zain también atrajo la atención de la directora libanesa Nadine Labaki, conocida por películas como Caramel y ¿Y ahora dónde vamos? desde el primero momento: “Supe que iba a tener un mejor destino que la vida que estaba llevando”.
Si bien escoger actores no profesionales era un riesgo, estaba dispuesta a asumirlo para darle la fuerza necesaria a su personaje. “(Zain) sabe de lo que estamos hablando en la película, se nota en sus ojos. No hay actores en mi película. Todos ellos hacen su propio papel. Todos representan sus vidas de una manera u otra", dice la afamada directora.
Aunque Zain no sabe siquiera escribir su propio nombre, fue capaz de hacer aportaciones al guion que daban “aún más fuerza” a las escenas y que le llevaron a vivir una experiencia muy positiva: “El equipo me trataba como a un ser humano. Cuando volvía a casa estaba tan feliz”.
Gracias a ACNUR, Zain Al Rafeea está ahora camino de empezar una nueva vida. Su familia ha sido elegida para ser reasentada en Noruega donde, muy pronto, el Slumdog Millionaire sirio podrá empezar a ir al colegio y seguir con la gira de la película.
Pero, mientras la suerte ha cambiado el destino de este pequeño, otros cientos de niños sirios necesitan ayuda para comprar material escolar o poder pagar la matrícula de un colegio que cambiará su futuro.