Sadako Ogata, Alta Comisionada de la ONU para los Refugiados desde 1991 hasta el 2000, ha fallecido en Tokio a los 92 años.
El legado de Ogata ha definido el desarrollo de ACNUR hasta día de hoy y, más aún, el papel de la acción humanitaria en los conflictos de la actualidad.
Ogata comenzó su mandato poco después del final de la Guerra Fría, un hecho histórico que desencadenó cambios profundos en el panorama internacional y que provocó el desplazamiento de decenas de millones de personas.
Durante esos años, que ella misma definió como “una década turbulenta” en sus memorias, ACNUR desplegó operaciones de emergencia para dar respuesta a numerosas crisis en la antigua Unión Soviética, Irak, los Balcanes, Somalia, los Grandes Lagos, Timor Oriental… En consecuencia, uno de los legados más importantes de Ogata fue el desarrollo de una capacidad de respuesta a situaciones de emergencia rápida y efectiva, que se convirtió en un modelo seguido no solo en la ONU sino en toda la comunidad humanitaria.
Bajo su liderazgo, ACNUR también reforzó su trabajo de apoyo al retorno y la reintegración de los refugiados, a través de operaciones de repatriación a gran escala con las que ayudó a millones de personas a volver a casa en Centroamérica, África y Asia.
Con ella al mando, la agencia empezó a tener un papel prominente en terreno, trabajando directamente en zonas en conflicto para proteger y apoyar a todas las personas forzadas a huir, así como para ayudar a evitar más desplazamientos. Además, ACNUR se comprometió activamente con el apoyo y la protección no solo de los refugiados, sino también, por primera vez, de las personas desplazadas internamente.
Ogata lideró ACNUR en una etapa definida por una complejidad política sin precedentes, un tiempo en el que la acción humanitaria se enfrentó a retos y dilemas difíciles y tuvo que reafirmar su espacio y su valor.
Ogata fue una profesora de ciencias políticas que se convirtió en líder humanitaria. Ante todo, fue una defensora infatigable, poderosa y compasiva de la solidaridad internacional con los refugiados, que trató de garantizar que la resolución de las crisis de desplazamiento fuese siempre parte de las negociaciones políticas y los procesos de paz.
Por todo ello, Ogata fue una reconocida académica y una hábil diplomática, que se ganó el respeto de otros líderes en el Consejo de Seguridad, en importantes fórums académicos y en muchas mesas de negociación.
Sadako Ogata completó su mandato como Alta Comisionada de la ONU para los Refugiados en el año 2000, pero siempre se mantuvo próxima a las Naciones Unidas y la causa de los refugiados
"Ogata fue una líder visionaria que dirigió ACNUR durante una de las décadas más trascendentales de su historia, transformando las vidas de millones de refugiados y otras personas devastadas por la guerra, la limpieza étnica y el genocidio, y ayudando a redefinir la acción humanitaria en un entorno geopolítico rápidamente cambiante. Fue una internacionalista comprometida y una amiga de las Naciones Unidas durante toda su vida".
Filippo Grandi, Alto Comisionado de la ONU para los Refugidados.
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