El Premio Nansen reconoce la labor de las personas, grupos y organizaciones que trabajan para proteger a las personas refugiadas, desplazadas y apátridas en todo el mundo. Los ganadores regionales para África, América, Asia, Europa y Oriente Medio fueron seleccionados de entre más de 200 nominados por la extraordinaria labor humanitaria que llevan a cabo en sus regiones.
Un fisioterapeuta que ayuda a afganos mutilados a recuperar la movilidad; una activista transgénero salvadoreña que defiende a las personas LGTBI desplazadas por la violencia en su país; un congoleño que defiende los derechos de los desplazados por la guerra; una iniciativa que permite a personas refugiadas comenzar de manera segura una nueva vida en Italia; una voluntaria jordana apodada “La madre de los sirios” por su labor de ayuda a personas refugiadas por la guerra en Siria. Estas son las historias de gente comprometida con la realidad de los refugiados que han cambiado la vida de millones de personas.
Es activista transgénero. Abandonó su casa siendo una adolescente huyendo de la violencia y el abuso que sufría desde que era una niña. Empezó a trabajar como voluntaria para COMCAVIS Trans Association, una ONG salvadoreña que defiende los derechos de las personas LGBT y seropositivas.
En 2016, asumió su cargo actual como directora ejecutiva. COMCAVIS Trans ha documentado más de 600 asesinatos de personas LGBT en los últimos 20 años y el asesinato de dos activistas de derechos trans. Bianka ha encabezado la lucha por los derechos de las personas LGBTI en El Salvador, incluidas las personas obligadas a huir de sus hogares.
Fundó la ONG Solidarité Voluntaire pour l'Humanité (Solidaridad Voluntaria para la Humanidad). Es activista de los derechos humanos y trabaja en el campamento de Lusenda en Kivu del Sur, donde viven unos 30.000 refugiados burundeses que han huido de la inestabilidad política y la violencia en su país desde 2015. Promueve la coexistencia pacífica entre los refugiados, los desplazados internos y las comunidades locales de acogida.
Él y su familia también han sufrido las consecuencias del desplazamiento forzoso en varias ocasiones a causa de los brotes de violencia en la RDC. Ha sido testigo de asesinatos, violaciones, saqueos y destrucción de bienes. El conflicto en la RDC ha desplazado a 4,5 millones de personas dentro del país y ha obligado a más de 850.000 más a huir a países vecinos.
Durante 3 años, los pasillos humanitarios, un programa conjunto de los grupos religiosos Comunità di San Egidio, Federazione Chiese Evangeliche Italiane y Caritas Italiana y Waldensian Table ofrecen un año completo de apoyo para los refugiados, incluyendo vivienda, asistencia legal y clases de idiomas.
2500 refugiados de Siria, Palestina y Etiopía han obtenido sus visas, han llegado en avión a Europa y se han establecido en diferentes ciudades.
Es voluntaria en el centro comunitario de Madaba desde la década de 1990. Además, se ha convertido en un contacto vital para los refugiados en la comunidad local. Ha acogido a refugiados y les ha proporcionado alimento, ropa, alojamiento, formación y trabajo, con especial atención a los refugiados más vulnerables, como las madres solteras.
Trabaja incansablemente para garantizar que los refugiados se sientan como en casa en Madaba, una ciudad al sur Ammán. Más de 660.000 refugiados sirios están registrados actualmente en Jordania.
No recibe salario ni apoyo externo para realizar esta labor. Es una heroína para las mujeres refugiadas.
Es fisioterapeuta en Afganistán y jefe del programa ortopédico del Comité Internacional de la Cruz Roja desde 1992. Ayuda a refugiados, repatriados y miembros de la comunidad de acogida con discapacidades a través de programas de rehabilitación física e integración social. Ha pasado casi 30 años proveyendo de prótesis a afganos mutilados y ayudando a las personas heridas a encontrar trabajo.
El Centro de rehabilitación física en Kabul cuenta con 302 miembros del personal, el 95 por ciento de los cuales son antiguos pacientes de Alberto. El CICR dirige siete centros en Afganistán, y emplea a 750 miembros del personal, casi todos ex pacientes con discapacidades