Informe sobre la salud de los refugiados 2017

1 de agosto, 2018

Tiempo de lectura: 3 minutos

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A pesar del aumento de refugiados en 2017, su salud mejora

Aunque 2017 volvió a alcanzar niveles de desplazamiento forzado récord desde la II Guerra Mundial y del brote de enfermedades letales, el estudio publicado concluye que el estado de salud pública de los refugiados ha mejorado en 2017. La tasa de mortalidad entre menores de 5 años, un indicador clave en emergencias, se ha conseguido mantener estable a nivel global con 0,4 muertes por cada 1.000 niños refugiados. Aun así, queda trabajo por hacer.

Además, el aumento del seguimiento del estado de salud de los refugiados en emergencias ha ayudado a intervenir más rápido y de forma más efectiva.

Brotes controlados de cólera, malaria o tifus entre los refugiados

En 2017, ACNUR y sus socios gestionaron brotes de enfermedades mortales como cólera en Kenia, Uganda y Sudán, malaria en Uganda, sarampión en Angola y Bangladesh, difteria en los asentamientos densamente poblados en Bangladesh, tifus en Ruanda y viruela símica en la República Democrática del Congo.

La principal causa de muerte de los menores de 5 años, evitable si se controla a tiempo

Cuando Amina, de tres años, enfermó, su madre la llevó hasta la clínica de salud en el mayor campo de refugiados del mundo, para recibir tratamiento inmediato. "Es una gran ayuda tener una clínica cercana a la que podamos acceder en cualquier momento", dice su madre, Nur, en las instalaciones financiadas por ACNUR, abiertas las 24 horas del día.

El panorama global señala que la principal causa de muertes de menores de cinco años como ella fue la diarrea. Algo que, con un tratamiento efectivo como el recibido por Amina, puede curarse en cuestión de días.

8 mejoras en la salud de los refugiados

En 2017, se ofrecieron más de 8 millones de consultas médicas a refugiados en centros de salud, un 10 % más que en 2016.
9 de cada 10 refugiados atendidos padecían enfermedades contagiosas, lo que hace especialmente importante invertir en prevención.
Medio millón de embarazadas recibieron asistencia prenatal en centros monitoreados, un 18% más que en 2016.
Más de 160.000 niños fueron vacunados contra el sarampión, un 15% más que en 2016, y más de la mitad de las operaciones de ACNUR reportaron tasas de vacunación contra el sarampión superiores al 90%.
9 de cada 10 partos contaron con personal cualificado, un 25% más que en 2016.
El número de consultas de salud mental para refugiados se duplicó en 2017 frente a los últimos tres años gracias a la mayor disponibilidad en los centros sanitarios de atención primaria.
Más de 10.000 refugiados tuvieron acceso al tratamiento del VIH.
El volumen medio de agua para los refugiados se mantuvo en 21 L por persona y día (para lavarse, beber, cocinar…) cumpliendo el estándar mínimo. Sin embargo, no en todas las emergencias se logró cumplir este mínimo. En infraestructuras, la media de inodoros por refugiado mejoró, aunque no alcanza el estándar de saneamiento, que marca uno para cada 20 personas.

Sigue siendo preocupante...

A pesar de una ligera mejoría, solo el 62% de los campamentos cumple los estándares de desnutrición aguda.
En varias operaciones ACNUR se vio obligado a reducir las raciones de alimentos por falta de fondos.
Solo el 25% de los campamentos llegan a estándares aceptables de retraso en el crecimiento entre menores de 5 años.
Más de la mitad de los campamentos tienen niveles críticos de anemia infantil.

ACNUR trabaja en los campos de desplazados y refugiados para mejorar la salud y erradicar enfermedades contagiosas en cuanto aparecen. A través de la prevención y de una alimentación adecuada podemos evitar muchas de ellas antes de que se extiendan.

Pero la falta de fondos para vacunas y comidas diarias de 2.100 kilocalorías ha obligado a recortar en alimentación en los campos de países como Sudán del Sur.