Miles de mujeres y niñas refugiadas en riesgo tras los recortes en la ayuda humanitaria

Fechas como el Día Internacional de la Mujer nos recuerdan la importancia de proteger a mujeres y niñas de la violencia, especialmente a las refugiadas y desplazas que tienen muchos más riesgos de sufrirla. Organizaciones como ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, advierte de que la escasez de fondos está exponiendo a mujeres y niñas desplazadas a un riesgo sin precedentes.

La violencia se ha convertido en un arma de guerra que se utiliza mayoritariamente contra mujeres y niñas. En los últimos años, las denuncias de violencia sexual relacionada con los conflictos han aumentado un 50 %. Las mujeres y niñas que tienen que huir de la guerra corren un riesgo aún mayor de sufrir violaciones y otras formas de violencia cruel.

Estas mujeres y niñas necesitan protección, pero la falta de financiación ha obligado a las organizaciones humanitarias a recortar servicios que son esenciales para ellas. Esto ha hecho que se cerraran casas de acogida que servían como refugio para personas en riesgo de ataques de grupos armados o traficantes o que los programas de asistencia jurídica que ofrecían acceso a la justicia hayan sido desmantelados, permitiendo que los causantes de la violencia actúen con impunidad. Las mujeres y niñas que huyen de la guerra tienen el derecho fundamental de encontrar refugio y seguridad. Sin embargo, ahora enfrentan un riesgo aún mayor de ser víctimas de violaciones y otras formas de violencia extrema.

La falta de fondos para la ayuda humanitaria está teniendo consecuencias devastadoras. En Sudán del Sur, solo el 25% de los espacios destinados a mujeres y niñas en riesgo de violencia, apoyados por ACNUR, permanecen operativos, lo que significa que hasta 80.000 personas carecen de acceso a servicios vitales, como apoyo psicosocial de emergencia, asistencia médica y jurídica.

Además, los programas diseñados para proteger a las refugiadas, especialmente a las adolescentes, del matrimonio infantil y otras formas de abuso han sido suspendidos, lo que pone a más de 2.000 niñas en un riesgo mucho mayor de sufrir violencia.

En Etiopía, más de 200.000 personas refugiadas y desplazadas internas han perdido el acceso a servicios esenciales que les salvan la vida, incluida una casa segura que solía acoger a mujeres en peligro de muerte.

En Jordania, al menos 63 programas de apoyo especializado a mujeres y niñas se han visto obligadas a cerrar o se han tenido que suspender, dejando a 200.000 personas, tanto en comunidades de refugiados como en las de acogida, sin asistencia.

A lo largo de los años, los programas de prevención y respuesta ante la violencia sexual y otras agresiones contra las mujeres y niñas refugiadas y apátridas han sido fundamentales, proporcionando seguridad, apoyo jurídico, atención médica y psicosocial, elementos vitales para las supervivientes. No obstante, a pesar de su importancia, estos programas han enfrentado una financiación insuficiente durante años, alcanzando solo el 38% de lo necesario en 2024. La falta de recursos amenaza con llevar estos esfuerzos a un punto de no retorno.

Por eso, es fundamental incrementar la inversión en su seguridad, educación y empoderamiento económico para romper el ciclo de violencia y generar un cambio duradero. Es crucial recordar al mundo que las mujeres y niñas desplazadas no son solo víctimas, sino también líderes y agentes de cambio.