Prostitución por supervivencia, la única salida de Adia Prostitución por supervivencia, la única salida de Adia

Prostitución por supervivencia, la única salida de Adia

28 de noviembre, 2018

Tiempo de lectura: 4 minutos

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Adia no es su nombre real. El de verdad no ha sido publicado para proteger su identidad. Tampoco su rostro puede verse claramente por el mismo motivo. En cambio, su historia, a pesar de la crudeza, es una de esas que necesitan ser contadas para entender y no olvidar lo que está pasando en su país, Nigeria.

Casarte con tu secuestrador o ser ejecutada públicamente

A los 13 años, Adia fue secuestrada por Boko Haram entre Níger y Nigeria. Allí pasó cinco meses cautiva, los peores de su existencia. Junto a otras mujeres y niñas vivía retenida en un recinto con una valla de alambre muy alta. Comer o no dependía cada día de la voluntad de sus secuestradores.

“Comíamos y bebíamos cuando a ellos les apetecía. Muchas veces pasábamos días sin comer”, cuenta. Mientras esperaban su destino, las obligaban a trabajar como esclavas. El resto del tiempo, las sometían a “enseñanzas religiosas”. Si no cumplían las órdenes, les pegaban.

Los chicos vivían separados. A ellos los entrenaban para luchar. Las niñas tenían que convertirse en sus mujeres o en bombas humanas entrando en pueblos o mercados con explosivos pegados al cuerpo que eran detonados en remoto por Boko Haram.

“Entierran a la gente viva y dejan fuera solo la cabeza hasta que se mueren”

Cuando Boko Haram venía a llevarse a una de ellas era para casarlas con otros combatientes. El día que vinieron a por Adia, ella se negó. Sabía que otras habían acabado ejecutadas públicamente por ello. Diremos que tuvo suerte: el líder de Boko Haram le dio un tiempo para cambiar de opinión. Mientras tanto, se desató una batalla y los combatientes tuvieron que marcharse. Algunas chicas y chicos secuestrados aprovecharon para escapar, sabiendo que si los descubrían serían ejecutados.

Caminaron durante 7 días hasta llegar al nordeste de Nigeria. Allí, Adia tomó un vehículo hasta Níger, donde le dijeron que estaría a salvo. Pero su suerte no hizo más que empeorar.

Cuando llegó a Kindjandi, una región que acoge a 25.000 personas huidas de la violencia, Adia no tenía nada más que lo puesto. Ni una pista de dónde encontrar a su familia. Un grupo de chicas de su edad se apiadó de ella y la acogieron en su refugio. Pero sin forma de conseguir ingresos, no les quedó otra opción que recurrir a la prostitución o, mejor dicho, al “sexo por supervivencia”.

Sexo por supervivencia: relaciones a cambio de comida para el día

“Me quedé embarazada enseguida… No tengo ni idea de quién es el padre de mi bebé”, nos cuenta. Ahora tiene un año y medio. “No me gusta lo que hago… Pero si no lo hago pasará hambre. Muchas veces no me pagan, solo me dan algo de comer que comparto con mi hijo. Si un día no encuentro un hombre, esa noche pasaremos hambre”, añade.

Adia tiene 15 años y una historia que se repite continuamente. De todas las personas que han huido hasta allí, más de la mitad son mujeres y al menos 3.500 son supervivientes de violencia sexual y de género.

3.500 supervivientes de violencia sexual y de género

La situación de las mujeres y niñas secuestradas y obligadas a casarse o utilizadas como bombas por Boko Haram salió a la luz en 2014, cuando 300 chicas fueron secuestradas en una escuela de Chibok y muchos se movilizaron con la campaña de #BringBackOurGirls. Sin embargo, no fue un incidente aislado. Mujeres y niñas siguen siendo secuestradas de forma regular y algunas son estigmatizadas al volver a sus comunidades.

Aunque ACNUR es la principal organización que da protección y asistencia a refugiadas y desplazadas en la región de Diffa, los fondos son cada vez menores. La emergencia apenas sale en los medios y, cuando en enero de 2018 ACNUR lanzó un llamamiento para las personas refugiadas y desplazadas por Boko Haram en la cuenca del Lago Chad, en julio solo se había recibido el 32% de los fondos.

ACNUR trabaja con organizaciones socias y con grupos de protección para prevenir la violencia sexual y de género, y dar el apoyo médico, psicosocial, económico y legal. Pero con la falta de financiación, no se consigue llegar a todo.

ACNUR está buscando soluciones para Adia. De momento, se trasladará a un campamento de refugiados donde tendrá acceso a educación y a una serie de servicios de apoyo, entre los que existe la posibilidad del reasentamiento en un tercer país: una ayuda que Adia necesita urgentemente.

3.500 mujeres y niñas supervivientes de violencia sexual y de género necesitan ayuda.

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