Sabah, una mujer decidida a empezar de nuevo Sabah, una mujer decidida a empezar de nuevo

Sabah, una mujer decidida a empezar de nuevo

12 de marzo, 2016

Tiempo de lectura: 3 minutos

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En aquel momento, Sabah huyó con su familia de una muerte segura bajo las bombas. Cuatro años después, ha vuelto a su hogar y se lo ha encontrado destrozado por los combates que se han sucedido en este barrio durante este tiempo de guerra.

En cuestión de segundos, miles de hogares sirios quedaron destruidos. Eran las casas que estuvieron construyendo a lo largo de años e incluso décadas, los hogares donde crecieron generaciones de sirios y donde fueron a parar los ahorros de toda una vida. “Todos mis buenos recuerdos están en esta casa. No quería irme y perderlos”, dice Sabah.

Sin embargo, todo eso ahora se ha perdido. “Cuando la casa fue bombardeada sentimos una enorme explosión. Salimos corriendo, miramos hacia arriba y vimos que uno de los pisos se había derrumbado”, recuerda Sabah.

Regreso a las ruinas 

Su familia ha sido una de las primeras en regresar a un barrio que hoy parece una ciudad fantasma, pero donde poco a poco empieza a haber señales de vida. Algunos vecinos que han vuelto, están poco a poco reconstruyendo algo parecido a una vida normal: algunas escuelas han reabierto y se vuelve a ver en las calles pequeños puestos de frutas y verduras improvisados por desplazados que han retornado a Homs.

Más de 6,6 millones de personas están desplazadas dentro de Siria. A Sabah y otros desplazados internos que están regresando, reconstruir sus casas les costará mucho dinero que hoy por hoy no tienen. Aunque todavía no ha acabado el conflicto, muchos sirios son conscientes de que, si algún día se restablece la paz, llevará años volver a la normalidad. Y que eso costará mucho dinero y esfuerzo.

Pero Sabah no quiere esperar años, así que ya ha empezado a buscar soluciones para mejorar su vida: para sobrevivir -y ayudar, de paso, a otras familias-, alquila dos de las tres plantas de su casa. En una de ellas está viviendo ahora una familia que ha tenido que desplazarse varias veces, la última de ellas desde la ciudad de Raqqa, ahora bajo control del Estado Islámico.

“Siento su dolor” asegura Sabah. “Han luchado por sobrevivir, han tenido que huir y han perdido sus casas. Me siento mal por ellos, por eso ayudo a los desplazados, para que no tengan que abandonar nuestro país”, añade.

Su actitud decidida y positiva sirve de motivación para las personas que hoy conviven con ella entre las ruinas de su casa. “Tenemos que ser pacientes y optimistas”, afirma. “De otra forma no podremos salir adelante. Tenemos que ser valientes, no podemos ser débiles. Así podremos reconstruir nuestras casas y hacerlas incluso mejor de lo que fueron”.

Costará años recuperar todo lo perdido y curar tantas heridas, pero gracias a personas como Sabah y otros residentes que poco a poco están regresando a Bab Amr, todavía queda algo de esperanza en este rincón de Siria destruido por la guerra.

 

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