Trabajadores humanitarios: ¿qué motivos impulsan su labor? Trabajadores humanitarios: ¿qué motivos impulsan su labor?

Trabajadores humanitarios: ¿qué motivos impulsan su labor?

1 de septiembre, 2023

Tiempo de lectura: 4 minutos

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Las organizaciones humanitarias no podrían funcionar sin las aportaciones de sus socios y donantes, pero tampoco sin sus trabajadores, personas que deciden dedicar su tiempo y sus vidas a ayudar a los demás. Queremos acercarte historias de trabajadores humanitarios que nos cuentan qué les ha llevado hasta donde están.

Una de ellas es Lyzanka García, una hondureña que sabe muy bien lo que es tener que huir forzosamente de su país en busca de un lugar seguro. Ella retornó a su país de origen para convertirse en desplazada interna y trabajar en la capital, Tegucigalpa, intentando transformar la compleja problemática que está atravesando su país. Te contamos su historia.

La historia de Lyzanka García

A inicios de la década de los 2000, Lyzanka tenía 14 años. Vivió de cerca los constantes enfrentamientos entre dos de las organizaciones criminales que controlaban la colonia en la que vivía, lo que convirtió ese lugar en inseguro. Lyzanka cuenta cómo en aquella época, a pesar de no tener armas de largo alcance como ahora, sí tenían armas fabricadas por ellos mismos con las que amenazaban a las personas. Con el tiempo la situación se hizo cada vez más peligrosa y sus padres decidieron salir de allí.

Ella no quería irse de su país y mucho menos de esa manera, pero no tenían otra opción. Cuenta que, en una parte del viaje, la separaron de su madre y llegó a pensar que nunca la iba a volver a ver. Sabe que fue una decisión dura pero necesaria: “Pero si mis papás no hubieran tomado esa decisión, quizás yo hoy no estaría aquí. Muchos de los que conocía de esa época, fueron asesinados o reclutados por pandillas”. Lyzanka recuerda muy bien que tuvieron que caminar largos kilómetros, en los que casi pierde a su hermano menor en un caudaloso río, y vio como cuerpos y pertenencias de muchas personas se quedaron por el camino.

Después de este peligroso viaje encontraron un lugar seguro, pero recuerda que siendo una niña, le dolía mucho ver cómo las personas les miraban como si fueran un objeto, sin empatía ni humanidad. Allí decidió que quería cambiar eso.

Honduras: un país complicado

Han pasado muchos años desde que Lyzanka tuvo que huir con su familia, pero las causas por las que los hondureños se ven forzados a buscar protección en otros países siguen siendo las mismas. Estas causas están estrechamente vinculadas con la violencia que ejercen las maras y pandillas, que incluyen extorsiones, amenazas, reclutamiento forzado de niñas y niños, violencia de género, restricciones de movimiento y asesinatos.

En el último Informe de Tendencias Globales de ACNUR de 2022, Honduras ocupó el puesto 8 entre los 10 principales de origen de nuevos solicitantes de asilo en el mundo.

Por otro lado, Honduras es uno de los principales puntos de la ruta hacia el norte para miles de personas de más de cien nacionalidades que diariamente transitan por el país huyendo de la situación en sus países de origen.

Su vida como trabajadora humanitaria

Actualmente, Lyzanka forma parte del equipo de terreno de Tegucigalpa de ACNUR. Es algo que ella buscó porque tenía claro que su propósito era servir a quienes, como ella, se vieron obligados a dejarlo todo. Se dedica a promover acciones dirigidas a personas desplazadas a través del empoderamiento comunitario, el fortalecimiento de espacios seguros libres de violencia dentro de las colonias con mayor presencia de crimen organizado, y haciendo incidencia institucional para la mejora del acceso a servicios.

Cuando crecí, me enfoqué en ser alguien que pudiese ayudar a los demás. Llevar la empatía que me faltó cuando me vi forzada a retornar, y a desplazarme y encontrar soluciones para las múltiples necesidades que surgen cuando estás en esa situación. En los rostros de las personas para las que trabajo veo reflejados a mi mamá, a mis hermanos, a mí misma”.

atendiendo a un desplazado

El incremento de personas que necesitan protección, albergue, alimentación y orientación ha sobrepasado las capacidades de recepción. Por eso, ACNUR y sus socios están apoyando el fortalecimiento de las capacidades institucionales tanto nacionales como locales, y complementando la respuesta humanitaria para garantizar los derechos de las personas refugiadas y migrantes.

Lyzanka cuenta que, si hace 29 años, su familia y ella hubieran tenido esta protección quizá no hubieran tenido que irse. Lleva muchos años dedicada al trabajo social que, junto con su empatía, su vocación y sensibilidad le permiten transmitir tranquilidad y consuelo en los momentos difíciles de las personas que atiende.

Y estas situaciones lejos de reducirse, se incrementan en el país. Los testimonios de todas las personas que sufren algo así son tan o más escalofriantes como los que ella vivió.

Lyzanka forma parte de un engranaje muy grande, alrededor de todo el mundo que forma ACNUR como organismo internacional que ayuda y protege a las personas desplazadas y refugiadas como ella.

Fotos: ACNUR/ Danielle Álvarez Ñavincopa
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