Este año, el Día de la Paz que se celebra el 21 de septiembre es especialmente importante para nosotros. En 2017, las Naciones Unidas apoyan a un colectivo que sufre especialmente la guerra y la violencia: los refugiados y los migrantes de todo el mundo. En honor a ellos, os contamos esta inspiradora historia sobre la paz como lección de vida.
A sus 71 años, Alnur Burtel no ha dejado de aportarle a la vida. Desde que se refugió de la violencia en Sudán, este hombre trabaja como profesor voluntario en los campos de refugiados de Etiopía. Allí, enseña dos de las cosas más importantes para el futuro de jóvenes y adultos.
Burtel nació en un pequeño pueblo de las montañas de Nuba, al sur de Sudán, donde vivía hasta que el conflicto entre rebeldes y fuerzas gubernamentales resurgió en 2011. Su mujer y él fueron testigo de cómo vecinos y familiares eran masacrados. Aunque tuvieron la suerte de escapar con vida, sus dos tíos fueron asesinados, su hogar quedó destruido y esa imagen quedó grabada a fuego en su memoria.
“Lo dejé todo atrás excepto mi conocimiento”, dice Burtel. Este refugiado, que enseñaba inglés en institutos y en la Universidad de Omdurman, en Sudán, pensó que podría alimentar las mentes de sus nuevos alumnos y construir un mundo mejor si conseguía transmitir la importancia de la coexistencia pacífica.
Cuando llegó al campamento de Sherkole, Alnur se puso manos a la obra. Quería construir un lugar en el que poder inspirar a muchos jóvenes como le habían inspirado a él sus profesores de la Universidad. Decidido a conseguirlo, construyó con sus manos el Light Language Centre, una pequeña academia de una habitación que, tras el reclamo del idioma, esconde la lección más importante para la vida. Con dos pizarras y una tiza, enseña inglés y educación cívica a jóvenes y adolescentes que no han podido terminar los estudios. “Quiero que la juventud pueda transmitir mensajes de tolerancia para que la paz se apodere de nuestros turbulentos países”, dice.
En este campamento, la falta de financiación hace que los recursos para educación escaseen frente a necesidades más básicas como comida, refugio o medicinas. 11.200 refugiados como él, la mayoría sudaneses, viven allí desde 2011.
130 estudiantes asisten a las clases de Alnur, al que otros dos profesores voluntarios se han sumado para expandir el conocimiento. A las materias más clásicas, se añaden las lecciones de “Paz” o, en palabras de Burtel, “coexistencia pacífica”, las más importantes para el futuro de su pueblo.
El centro, que abrió en enero de 2016, está teniendo un gran impacto en sus alumnos, comprometidos a seguir aprendiendo. “Les animo a que aprendan los unos de los otros. Les ayuda a aumentar su autoestima. Tengo muchos alumnos brillantes que solo necesitan un poco de confianza”, cuenta el profesor.
Muchos de los jóvenes que retomaron aquí sus estudios no eran conscientes de la importancia de aprender hasta entonces. Pero sus lecciones de inglés, y de vida, no se acaban entre las cuatro paredes que encierran esta pequeña aula. Algunos de los alumnos han empezado a transmitir los conocimientos que Burtel les ha enseñado para dar clases de inglés a los niños del campo de refugiados.
“Con Alnur no solo estoy aprendiendo a hablar inglés, también entiendo por qué tenemos que respetarnos los unos a los otros. Nos estamos convirtiendo en mejores personas”
Yakib, un alumno refugiado sudanés de 27 años.
En honor al Día de la Paz, y a este profesor sudanés que conoce bien la importancia de una convivencia pacífica, queremos que nos ayudes a transmitir el mensaje en pro de una convivencia pacífica de pueblos y naciones de todo el mundo.