Dentro de una tienda, entre fogones, sirven cada día unas 6.000 raciones de estofado caliente a las familias refugiadas y a los trabajadores que están allí. “Tenemos carne y verduras, y hemos conseguido un lote de comida halal. Estamos recibiendo donaciones de todas partes” explica. Victor también recuerda que algunos refugiados “estaban comiendo comida para bebés, estaban hambrientos”. Ahora, gracias al trabajo de este joven y otros voluntarios, estos refugiados reciben su primera comida caliente en días.