Una década de su vida dedicada a crear un oasis para los niños afectados por el conflicto en Nigeria donde recuperar sus “esperanzas, sueños y un futuro”.
El terror de Boko Haram en Nigeria acecha desde hace más tiempo del que la mayoría de estos niños puede llegar a recordar, personas como Mustapha y el grupo de profesores voluntarios que le acompaña, saben que la educación es el único camino para la paz en el país.
Después de diez años llevando educación de calidad que dé un futuro a los niños afectados por el conflicto, Zannah Mustapha ha pasado a convertirse en el último de una larga lista de “personas comunes haciendo cosas extraordinarias”, a quien se le honra con el Premio Nansen. Diez años en medio de un conflicto que deja 20.000 muertos y miles de desplazados, en los que la escuela no ha cerrado ni un solo día.
“Hemos sido testigos de una destrucción sin precedentes de los seres humanos en el noreste de Nigeria. El nivel de devastación para los niños y las mujeres es incomparable en la historia de la región”.
Zannah Mustapha, ganador del Premio Nansen de ACNUR 2017.
Maiduguri es la capital del estado de Borno al noreste de Nigeria y, desde hace años, el epicentro del grupo insurgente Boko Haram. Es allí donde, desde 2007, Mustapha decidió crear una escuela para dar educación gratuita, comida, uniformes o atención médica a los niños afectados por la violencia. Entre sus alumnos conviven los niños de ambos lados del conflicto: los afectados por los ataques de Boko Haram y también los nacidos entre los insurgentes. Todos son bienvenidos en la escuela: "Esta escuela promueve la paz. Es un lugar donde cada niño importa. Dotaremos de recursos a estos niños para que puedan valerse por sí mismos".
En esta década, el colegio ha pasado de tener 36 alumnos a 540 y una lista de espera de niños ansiosos por volver a las aulas en un momento en el que toda una generación de niños crece sin acceso a educación.
El año pasado, Mustapha abrió una segunda escuela a tan sólo unos kilómetros de la primera donde 88 niños acuden cada día. Los riesgos a los que se enfrentan cada día no les hacen perder el foco: su trabajo es demasiado importante como para amedrentarse.
En medio de un territorio donde los ataques de Boko Haram destruyen escuelas y asesinan profesores, la educación es un gesto más valiente que nunca.
“Cuando las bombas comienzan a caer, las escuelas inevitablemente cierran… La realidad es dura, los niños refugiados tienen cuatro veces más probabilidades de quedar fuera de la escuela.”
Filippo Grandi, Alto Comisionado de ACNUR.
Las niñas secuestradas por Boko Haram
Además, Mustapha también ha actuado como mediador del conflicto con un papel clave en la negociación de liberación de rehenes participando en la liberación de las 82 niñas de Chibok cautivadas por los insurgentes en mayo de 2017.
En su discurso, Mustapha quiso dedicarles a ellas, al igual que todos los niños, niñas, viudas, maestros y a su propia familia el Premio Nansen que le fue entregado ayer, día 2 de octubre.
Entre los galardonados en la historia de este premio que honra la labor de personas cuyo trabajo por ayudar a los refugiados es del todo extraordinario, se encuentran Eleanor Roosevelt, Graça Machel y Luciano Pavarotti entre sus galardonados. Otras caras anónimas, como voluntarios de rescate en Grecia o esta monja congoleña que ayuda a las mujeres víctimas del LRA han recibido el premio en los últimos años.
“No estamos en un viaje para ser iguales, estamos en un viaje para entender nuestras diferencias y superar nuestra adversidad. Eso podemos lograrlo con la educación”.
Zannah Mustapha.