“Es un alivio para ACNUR y para los desplazados que éstos permanezcan en el recinto del aeropuerto. Hemos tenido que suspender la distribución de la ayuda en varias ocasiones y nos sentimos frustrados por no poder asistir adecuadamente a las personas que viven en este campamento por razones de seguridad”, afirma Kouassi Lazare Etien, Representante de ACNUR en la República Centroafricana.
La distribución conjunta de los alimentos proporcionados por el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y de artículos de ayuda humanitaria de ACNUR se reanudó el martes. La Agencia distribuyó mantas, esteras, jabón, mosquiteras, bidones y lonas de plástico a unas 20.000 familias, lo que supone alrededor de 100.000 personas.
Los primeros intentos de distribuir la ayuda se vieron frustrados por las escenas de caos, como las protagonizadas por jóvenes armados que intentaron obtener artículos a toda velocidad y arrinconaron al personal de ACNUR y sus socios. Por ello, se ha ideado un nuevo mecanismo de distribución contando con la participación de las comunidades desplazadas y de los organismos humanitarios. Los cascos azules de Francia y de la Unión Africana están proporcionando seguridad para garantizar el orden, evitar el caos y garantizar el carácter civil del lugar.
“La gente está viviendo una situación desesperada en el aeropuerto. ACNUR, con sus socios, ha podido trasladar a unas 2.400 familias a otro sitio dentro de la zona del aeropuerto para ayudar a reducir la congestión y respaldar una entrega fluida de la ayuda”, señala Etien.
Los problemas con la entrega de la ayuda humanitaria habían comenzado a causar dificultades entre las decenas de miles de personas en el recinto del aeropuerto, pero la gente estaba demasiado asustada para intentar regresar a sus hogares y solicitaron una mayor seguridad.
“Los soldados nacionales e internacionales... en los alrededores del aeropuerto deben intervenir para permitir el buen reparto de la ayuda”, afirma Sophie, que había huido del distrito PK15 de Bangui, asolado por la violencia, y estaba preocupada por los retrasos a la hora de recibir ayuda. Con 45 años de edad, esta mujer habló con ACNUR la semana pasada en el área de aduanas del aeropuerto, donde está vendiendo pequeñas piezas de pasta de yuca para sobrevivir.
Los líderes religiosos también han pedido a sus jóvenes seguidores que pongan fin a los comportamientos violentos y abusivos que estaban deteniendo la distribución de ayuda. “Hablamos y les hice comprender que su mal comportamiento y agresividad impedían a la gente obtener la ayuda”, apuntó un sacerdote en el recinto del aeropuerto.
Mientras tanto, ACNUR y sus socios han desarrollado una estrategia para asistir a las personas desplazadas con la entrega de alimentos, atención médica, agua, recogida de basuras, alojamiento y material no alimentario.
ACNUR es la principal agencia encargada de responder a las necesidades de los desplazados internos para su protección, alojamiento y suministro de socorro. Hasta ahora, la Agencia de la ONU para los Refugiados ha distribuido artículos no alimentarios y materiales de cobijo a casi 30.000 personas en 13 lugares de Bangui y dos de Bossangoa, a 300 kilómetros al norte de la capital.
Más de 935.000 personas en la República Centroafricana se encuentran desplazadas y más de 512.000 de ellas se han refugiado en alguno de los 67 campamentos de Bangui o viven con familias de acogida. Alrededor del 60 por ciento de los desplazados forzosos son niños.