Tienen que caminar enormes distancias en busca de un lugar seguro, pero el riesgo que corren sus vidas no desaparece. Tampoco el miedo, que les persigue vayan donde vayan. Por eso, no quieren mostrar su rostro.
ACNUR ha puesto en marcha la campaña #DoyLaCaraPorEllos por todos los centroamericanos que no pueden mostrar su identidad. Para apoyar a todas las personas desplazas por la violencia en Centroamérica solo se necesita una cuenta de Instagram y donar tu rostro en solidaridad con todas aquellas personas que lo ocultan por miedo a sufrir más violencia.
1 millón
de centroamericanos desplazados forzados.
514.700
refugiados y solicitantes de asilo del norte de Centroamérica en el mundo.
318.590
desplazados internos en Honduras y El Salvador.
“Muchas veces se desconocen las historias desgarradoras detrás de las huidas porque es tal el peligro que corren las personas desplazadas que no podemos mostrar sus rostros para darle cara a la crisis”.
Giovanni Bassu, Representante Regional del ACNUR para Centroamérica.
A la violencia, se suma la situación generada por la emergencia sanitaria provocada por el coronavirus. El número de casos de COVID-19 y las muertes sigue aumentando. Guatemala ha registrado el mayor número de muertes, con más de 3.650 desde el comienzo de la pandemia.
La violencia contra niñas y adolescentes se ha intensificado durante la pandemia y continúan los abusos, asesinatos, feminicidios, secuestros, extorsión y amenazas contra miembros de la comunidad LGBTI en la región.
En 2020, la violencia de género en Honduras ha aumentado desde el inicio de las restricciones de movimiento por el COVID-19. En septiembre se produjeron 30 feminicidios, 55 casos de violencia contra la mujer y 17 agresiones sexuales, según el Centro de Derechos de la Mujer (CDM). Según el Ministerio de Salud, cada hora da a luz una media de 3 niñas o adolescentes con edades comprendidas entre los 10 y los 19 años.
En El Salvador, más de 6.800 niñas y adolescentes se han quedado embarazadas durante los primeros 6 meses del año.
En Honduras, ACNUR apoya a instituciones y grupos que luchan por los derechos de las mujeres en medio de la violencia. En la foto, la cofundadora de la organización Mariposas Libres, Calixta Martínez, habla con ACNUR en Tela, Honduras, donde la violencia contra las mujeres está causando desplazamiento y miedo. La organización apoya a mujeres de la comunidad étnica garífuna, que se enfrentan con problemas para denunciar los delitos debido a la falta de traductores.
Ana es su nombre ficticio. No quiere dar el nombre real por miedo a ser reconocida. Esta hondureña tuvo que huir a Guatemala con su hijo, su nuera y sus tres nietos después de recibir amenazas de las pandillas por negarse a pagar el dinero de una extorsión. Llegaron a Guatemala en medio de la pandemia de COVID-19 y recibieron el apoyo de ACNUR durante todo el proceso de asilo. Unos meses después de su llegada, les sorprendió la tormenta tropical Eta y les obligó a abandonar la casa que estaban alquilando. ACNUR les proporcionó un refugio seguro.
El pasado mes de noviembre, las tormentas Eta e Iota afectaron a más de tres millones de personas en el sur de México, Guatemala y Honduras. Como consecuencia, miles de viviendas, carreteras, centros de salud, cultivos e infraestructuras energéticas sufrieron daños y se vieron gravemente afectadas. ACNUR asistió y prestó ayuda a los solicitantes de asilo y refugiados, en coordinación con las autoridades locales y los socios.
Astrid tampoco es el nombre real de esta mujer hondureña de 19 años, testigo de un asesinato y víctima de violencia. “Mi sueño es volver a ser independiente, poder mantener a mi madre y brindarle un mejor futuro a mi hija”. Astrid estaba trabajando en una fábrica en San Pedro Sula, Honduras, cuando un hombre entró para matar a una de sus compañeras de trabajo. Ella fue testigo del asesinato y el hombre la apuntó con su arma. Mientras intentaba ponerse a salvo, él le disparó cuatro veces: dos balas alcanzaron su espalda y otras dos su pierna. Ella sobrevivió, pero perdió su pierna derecha. Actualmente está escondida y recibe apoyo de ACNUR.
A través de sus socios en terreno, como el Foro de Mujeres por la Vida (Asociación de Derechos de la Mujer) y MOMUCLA, Astrid ha recibido apoyo psicológico y terapia para su rehabilitación física. Pronto recibirá su prótesis de pierna y será trasladada a un lugar seguro.
66 %
de los desplazados internos en el Salvador son niños y niñas.
85.000
nicaragüenses han solicitado asilo en Costa Rica.
Eliana y su marido Antonio (nombres ficticios) se cubren la cara para ocultar su identidad. La pareja y dos de sus hijos huyeron de su barrio en San Salvador después de que mataran a su hijo menor de 25 años y sus hermanos fueran atacados y secuestrados.
La familia, desesperada, se vio obligada a dejar atrás su hogar y su negocio y deambuló durante seis meses por las calles de la capital de El Salvador en busca de ayuda. Finalmente, huyeron a Panamá donde pidieron asilo en junio del año pasado. El asesinato de su hijo dejó a su hija de cuatro años sin padre. Eliana y su marido luchan para pagar el alquiler mensual de 300 dólares por una habitación básica en la ciudad de Panamá. Dependen de la ayuda que les proporcionan los socios locales de ACNUR. A menudo, pasan hambre.
“El panorama general de Centroamérica es preocupante y múltiples factores se conjugan para generar altos niveles de desplazamiento forzado”.
Giovanni Bassu, Representante Regional de ACNUR para Centroamérica.
ACNUR trabaja con más de 70 socios en la región y apoya a los estados para implementar sus planes nacionales bajo el Marco integral Regional de Protección y Soluciones (MIRPS).
En Centroamérica, ACNUR promociona, coordina y promueve leyes que mejoran la vida de las personas desplazadas; proporciona educación y asistencia sanitaria, productos de higiene y salud y lleva a cabo campañas de información sobre las medidas de higiene y de prevención de la COVID-19; ofrece refugios y espacios seguros para las personas desplazadas, como escuelas o albergues; realiza actividades y labores de protección con las comunidades, promueve soluciones duraderas para los desplazados forzados y pone en marcha campañas contra la xenofobia.
En la foto, personal de ACNUR prepara tarjetas de seguro sanitario. Gracias a un acuerdo firmado entre la Seguridad Social de Costa Rica y ACNUR, 6.000 refugiados y solicitantes de asilo extremadamente vulnerables tendrán cobertura médica durante un año. Las personas que se ven obligadas a huir de sus países de origen a menudo padecen enfermedades crónicas que requieren cuidados a largo plazo. El estrés de tener que huir suele empeorar su estado físico. ACNUR proporciona fondos para apoyar esta iniciativa de salud, que ha adquirido una importancia aún mayor en medio de la pandemia de COVID-19.
ACNUR sabe cómo salvar vidas, pero necesita fondos. Falta el 34 % de los 113,6 millones de dólares necesarios para cubrir esta emergencia.