Myanmar sufre desde hace cuatro años un conflicto que, ahora tras el terremoto, hace que la situación de miles de familias se deteriore aún más. Muchas de esas familias que ya huyeron del conflicto ahora ven como, por segunda vez, lo pierden todo tras la llegada del letal seísmo. ACNUR está presente en el país ayudando a los que más lo necesitan, pero precisan más financiación para seguir dando el apoyo y la asistencia que merecen.
U Than Win es agricultor y tiene 68 años. Hace dos años, tuvo que abandonar su hogar junto a su familia cuando estallaron los combates en su pueblo natal, a 100 kilómetros de Mandalay. Tuvieron que huir para salvar sus vidas a causa del conflicto que asola su país desde hace cuatro años.
“Ambos bandos disparaban, así que toda la gente tuvo que huir. Se llevaron todas nuestras pertenencias y quemaron las casas que quedaban”, explica U Than Win[EM1] . Cuenta que él y su gran familia de 15 miembros, entre los que están su madre de 89 años, sus hijas y sus nietos, se dirigieron a Mandalay en busca de protección y con la idea de reconstruir sus vidas porque no podían regresar: “Muchas personas han muerto... No podemos volver a nuestro pueblo. No tengo casa, y todo está destruido”.
Su familia y él forman parte de los 3,6 millones de personas desplazadas en Myanmar durante el prolongado conflicto.
“Nuestras vidas estaban mejorando. Ahora el terremoto... me ha hecho huir de nuevo. Como desplazados, nuestros problemas se duplican. No tenemos dónde vivir ni de qué vivir”.
U Than Win, desplazado por el conflicto y por el terremoto.
Cuando parecía que por fin habían encontrado su lugar, tenían trabajo tanto él como sus hijas para poder alimentarse y pagar el alquiler de una choza de bambú improvisada, llegaron los temblores. Uno de sus nietos, asustado, cayó al fuego de la cabaña y sufrió graves quemaduras. U Than Win salió con el niño a un lugar seguro y le golpearon los escombros de los edificios de alrededor. El hombre cuenta que todos están sufriendo, pero, que ellos, como desplazados, ven como sus problemas son mucho mayores.
Ahora viven bajo un árbol en las instalaciones de una escuela local. ACNUR les ha proporcionado una lona para que puedan cobijarse y colchonetas para poder dormir. Por su parte, el Programa Mundial de Alimentos ha donado arroz y aceite para cocinar. U Than Win explica que las condiciones actuales son muy duras especialmente para él y resto de miembros mayores de su familia: “Hace mucho calor... y nuestra salud se está deteriorando”. Asegura que no pueden soportar este sufrimiento durante mucho tiempo más.
Tal y como explica Eliza Stephen, líder del equipo de ACNUR para la unidad sobre el terreno de Mandalay, el terremoto “ha agravado los problemas de las familias que ya estaban desplazadas. Las familias han perdido sus alojamientos, a sus seres queridos y también su sensación de seguridad. Necesitan urgentemente nuestro apoyo”.
ACNUR ha lanzado un llamamiento urgente por 16 millones de dólares con el fin de asistir a 1,2 millones de personas afectadas por el terremoto. La ayuda se centrará en aumentar la respuesta de emergencia, gestionar asentamientos temporales y brindar apoyo a personas vulnerables en seis regiones del país hasta finales de año. En la primera semana tras el desastre, ACNUR distribuyó lonas, utensilios de cocina y otros artículos esenciales a unos 25.000 sobrevivientes en varias regiones, incluyendo Mandalay, Sagaing, Bago, Nay Pyi Taw y partes del estado de Shan. Ahora, se preparan para asistir a otros 25.000 afectados, aunque necesitan reponer urgentemente sus suministros debido a la magnitud de las necesidades y al contexto de conflicto prolongado que ya sufría el país.
Además de suministros básicos, ACNUR coordina esfuerzos en áreas clave como refugio, artículos de emergencia, coordinación de campos y protección. La financiación adicional permitirá a la agencia adquirir más recursos y sostener la asistencia durante las fases iniciales de reconstrucción. También se fortalecerán los servicios de protección, ofreciendo apoyo legal, atención psicosocial y ayuda específica para niños, mujeres y personas con discapacidad. Paralelamente, ACNUR continuará trabajando con socios locales para garantizar un acceso humanitario seguro y efectivo a las zonas más afectadas.
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