El brote de cólera en los campos de refugiados sudaneses en Chad desata la alarma humanitaria El brote de cólera en los campos de refugiados sudaneses en Chad desata la alarma humanitaria

El brote de cólera en los campos de refugiados sudaneses en Chad desata la alarma humanitaria

14 de agosto, 2025

Tiempo de lectura: 4 minutos

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Un grave brote de cólera ha estallado en el asentamiento de refugiados de Dougui, en el este de Chad, donde miles de personas desplazadas por el conflicto en la región sudanesa de Darfur buscan refugio. Hasta principios de agosto, se habían registrado al menos 264 casos confirmados y 12 muertes en Dougui y las aldeas circundantes. La situación amenaza con agravarse ante la falta de fondos para atender la emergencia.

En una rueda de prensa en el Palacio de las Naciones, en Ginebra, Jocelyn Elizabeth Knight, oficial de protección de ACNUR para Darfur, y Dossou Patrice Ahouansouun, coordinador principal de ACNUR para la situación en el este de Chad han hablado de la preocupante situación en la región.

ACNUR solicita financiación urgente para frenar la propagación y evitar una catástrofe de salud pública en medio del colapso sanitario. También ha advertido este jueves que la rápida propagación de la enfermedad está estrechamente vinculada a las precarias condiciones sanitarias, el hacinamiento, la falta de agua potable y el colapso de los servicios básicos en los campos de refugiados. Casos sospechosos también han comenzado a surgir en el asentamiento de Treguine, otro punto de acogida de refugiados sudaneses.

La amenaza de un brote masivo

El temor a una propagación incontrolada ha crecido en Adre, el mayor asentamiento espontáneo, donde más de 235.000 personas viven en condiciones de extrema vulnerabilidad. Allí ya se investigan tres posibles casos de cólera. Mientras tanto, al otro lado de la frontera, en Darfur, el escenario es aún más alarmante: más de 4.300 casos y 113 muertes han sido confirmadas.

Las localidades fronterizas, que acogen a un tercio de los refugiados recién llegados, también corren un grave riesgo de contagio a medida que siguen llegando más personas procedentes de Darfur.

El impacto devastador del conflicto

Desde abril de 2023, cuando estalló el conflicto armado en Sudán, más de 5 millones de personas se han desplazado internamente en Darfur, sumándose a los 1,5 millones de personas que ya se encontraban en situación de desplazamiento interno antes de la guerra actual.

Además, más de 873.000 refugiados que han cruzado la frontera hacia Chad. El país africano, que ya enfrentaba severos desafíos económicos y sociales, acoge ahora al mayor número de refugiados sudaneses registrados desde el inicio del conflicto. En el este de Chad, una de cada tres personas es una persona refugiada.

La inseguridad persistente y los ataques brutales también ha paralizado la agricultura y restringido severamente el acceso humanitario en vastas regiones de Darfur y Kordofán, zonas que ya presentan riesgos de hambruna. La situación se ve agravada por la temporada de lluvias, que ha vuelto intransitables muchas carreteras, complicando aún más la entrega de ayuda.

Urgencia financiera en un contexto de crisis prolongada

ACNUR ha lanzado un llamamiento urgente solicitando 130 millones de dólares en financiación flexible para atender las necesidades más inmediatas, incluida la contención del brote de cólera, el suministro de servicios sanitarios esenciales y la reubicación de refugiados sudaneses desde las zonas fronterizas a campamentos más preparados.

En Chad, ACNUR ha suspendido el traslado de refugiados desde la frontera a Dougui para evitar nuevos casos de cólera. Se están instalando estaciones de lavado de manos, distribuyendo jabón y desinfectando letrinas. Además, se han entregado equipos de protección personal en los centros de salud, formado al personal sanitario e informado en los campos sobre la prevención y el tratamiento.

El objetivo de ACNUR es reubicar a la población refugiada que se encuentre en la frontera en asentamientos y aldeas hacia espacios más seguros que dispongan de servicios esenciales, proporcionando el transporte a unas 2.000 personas al día. También va a priorizar la atención sanitaria, el acceso al agua potable y a instalaciones de saneamiento, el alojamiento, y los servicios de protección.

La falta de recursos amenaza con dejar sin asistencia a unas 800.000 personas que dependen directamente de la ayuda humanitaria para sobrevivir. Sin una respuesta coordinada y bien financiada, el brote de cólera podría transformarse en una catástrofe de salud pública a gran escala.

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