Un año después, la invasión rusa ha dejado un país destrozado con 8 millones de refugiados que han tenido que salir de Ucrania y 5,3 millones de personas se han visto obligadas a desplazarse internamente en busca de un lugar más seguro dentro de las fronteras ucranianas. Los bombardeos, la inseguridad y el miedo persisten en un país devastado, con familias separadas, sin hogar ni trabajo y en muchas ocasiones, habiendo perdido a sus seres queridos. Una situación que convierte a esta población en tremendamente vulnerable.
La destrucción sistemática de las infraestructuras civiles en este año ha contribuido al desplazamiento de la población y a la necesidad de ayuda humanitaria urgente. En octubre de 2022 se intensificaron los ataques a las infraestructuras energéticas, lo que interrumpió los servicios públicos, como el agua, la electricidad, la atención sanitaria, la educación y la protección social, poniendo en peligro innumerables vidas. Sin hogar, sin trabajo y sin bienes, la población lleva un año enfrentándose a una situación de extremo peligro y desprotección. Las necesidades humanitarias son especialmente graves entre los desplazados internos de larga duración, los que han permanecido en sus hogares y los que se fueron y han regresado a zonas que no tienen servicios básicos ni ayudas para la reintegración.
El Ministerio de Economía de Ucrania estima que la economía del país ha caído un 30,4% en 2022. Para entender la magnitud del conflicto a nivel económico basta con saber que solo en los tres primeros meses de guerra, se estimaron daños en las viviendas con un coste mínimo de casi 4.000 millones de euros, con más de 800.000 casas dañadas o destruidas. Además, según el Gobierno de Ucrania, casi 3000 instalaciones educativas han sido bombardeadas durante la guerra. Entre el 24 de febrero y el 19 de diciembre de 2022, se produjeron 745 ataques verificados contra la asistencia sanitaria, de los cuales 659 afectaron a instalaciones. Cifras que, sin duda, son significativas de cómo la guerra ha dejado al país destrozado.
Después de todo un año de conflicto sigue habiendo muchas necesidades urgentes que cubrir: refugio, mantas, colchonetas, bidones para transportar agua potable y servicios de protección, especialmente para los más vulnerables, como niños no acompañados y separados de sus familias, mujeres y ancianos, que son la gran mayoría de los que han huido de sus hogares. Concretamente el 86% de los refugiados son niños, niñas y mujeres y son estas las que deben ocuparse solas de sus familias, ya que los hombres deben participar en la guerra. La separación familiar ha provocado que haya un gran número de menores no acompañados que viven en países de acogida.
Si ya la situación de guerra provoca angustia y ansiedad para todas las víctimas, esto se agrava todavía más cuando el conflicto se prolonga en el tiempo. La consecuencia más inmediata es una gran necesidad de servicios de salud mental y apoyo psicosocial para la población ucraniana. Y como en todos los conflictos, los más afectados son los niños y los jóvenes, que además de vivir esta horrible situación, se les une la falta de acceso a la educación, a actividades escolares y de ocio que les sirven para socializar con otros menores.
Además de los niños y niñas, hay otra parte de la población refugiada especialmente vulnerable como son las personas mayores y aquellas con discapacidad que se enfrentan a obstáculos adicionales a la hora de acceder a servicios de asistencia, seguridad y protección.
ACNUR calcula que más de 17 millones de personas van a necesitar ayuda humanitaria por lo que sigue siendo esencial que las organizaciones continúen con su labor tanto dentro de Ucrania como en los países de acogida de sus refugiados.
8 millones
de personas refugiadas en otros países.
5,3 millones
de personas desplazadas dentro de Ucrania.
17 millones
de ucranianos necesitan ayuda humanitaria.
Desde el comienzo de la invasión rusa el 24 de febrero de 2022, ACNUR ha estado trabajando sobre terreno para ayudar en todo lo que fuera necesario a la población afectada. Han ampliado sus operaciones de manera drástica para proteger a la población ucraniana. Ahora la asistencia se ha expandido más hacia el este con equipos que proporcionan artículos de emergencia, ayuda en efectivo, reparación de viviendas y apoyo jurídico en zonas de reciente y difícil acceso.
Por otro lado, ACNUR ha apoyado con generadores, calentadores, estaciones de carga y Wi-Fi a los refugios públicos, que están siendo un espacio esencial para los ucranianos, donde pueden descansar, trabajar y estudiar. Un lugar donde poder estar a salvo de las bombas y de las gélidas temperaturas de esta época del año en el país.
Todavía no se vislumbra un final de la guerra y a pesar de la desgracia que supone un conflicto así, de las pérdidas humanas, de los desplazamientos forzados y de las miles de pérdidas materiales y económicas, la población ucraniana ha demostrado una capacidad de resistencia asombrosa ante esto. Pero siguen necesitando ayuda humanitaria urgente para sobrevivir en un país en guerra o para reconstruir sus vidas fuera de él.
La prioridad de ACNUR en 2023 seguirá siendo la asistencia humanitaria de las personas que están en zonas de primera línea de guerra, pero también quieren mitigar los riesgos de protección a los que los desplazados y retornados que quieren recuperarse. Por otro lado, centrará su atención también en garantizar que los gobiernos de acogida tengan la capacidad de asistir, incluir y proteger a los refugiados, con especial atención a los más vulnerables.