“No vayas a casa”, le advirtieron a Abdul unos amigos que le pararon por la calle. “Hay hombres armados allí”, le dijeron. Abdul decidió pasar la noche en una mezquita y, cuando regresó a su casa al día siguiente, se encontró allí, asesinados, a sus dos hermanos, una amiga y sus tres niños.
Ésta ha sido la realidad de muchas personas en Buyumbura y otras ciudades durante los meses posteriores a las elecciones que desataron la violencia en Burundi . En Abril de 2015, Pierre Nkurunziza anunció que se presentaría a un tercer mandato para la presidencia del país, lo que desencadenó una oleada de protestas y la posterior persecución de los opositores por parte de las milicias armadas denominadas Imbonerakure. La situación provocó que otros grupos se armaran y atacaran a su vez a los partidarios del gobierno de Nkurunziza. La violencia se extendió por las calles de la capital de Burundi en cuestión de días y decenas de miles de burundeses huyeron del país.
A día de hoy, un cuarto de millón de refugiados han buscado seguridad en países vecinos a Burundi. Sólo Tanzania acoge a cerca de 135.000, que han llegado al país sin nada y con los horrores vividos todavía persiguiéndoles en su mente.
Ataques, amenazas y agresiones
“Vamos a limpiaros de este lugar así”, recuerda que le dijo a Abdul un grupo de chicos por la calle, mientras con sus manos gesticulaban como si estuvieran lavando ropa . La persecución de civiles en Burundi ha afectado a partidarios y detractores del gobierno, y tampoco ha hecho distinción de edades. Muchos niños están siendo testigos y víctimas de una violencia atroz que se está cebando también con las mujeres: los casos de violaciones y violencia sexual están aumentando alarmantemente en el país y muchas mujeres están llegando a los campos de refugiados con graves secuelas físicas y psicológicas. “Es difícil recuperarse de los recuerdos”, asegura una joven refugiada de 19 años víctima de violencia sexual.
Aunque la cifra de refugiados que huyen cada día ha ido disminuyendo con el paso de los meses (en gran medida a causa de los bloqueos en las fronteras), el goteo de burundeses hacia países vecinos ha sido constante. En los últimos meses, los testimonios de los refugiados están poniendo de manifiesto una situación en deterioro dentro del país, donde los ataques, los asesinatos y los encarcelamientos siguen a la orden del día.
Escasez de fondos para esta emergencia
Testimonios como el de Manase, que sufrió graves torturas durante los tres meses que estuvo encarcelado, revelan una realidad ajena para gran parte del mundo. La falta de fondos para esta crisis está haciendo que ACNUR y otras agencias humanitarias en la zona sólo puedan ofrecer ayudas básicas a estos refugiados, como refugio, letrinas y utensilios de cocina.
Servicios tan necesarios ahora mismo como el apoyo psicosocial, la educación para los niños o la atención específica para personas con necesidades especiales, como los ancianos y las personas discapacitadas, no se pueden facilitar por la escasez de fondos. Por eso, desde el Comité español de ACNUR te pedimos que apoyes esta emergencia haciendo un donativo para poder dar a los refugiados burundeses toda la ayuda que necesitan en estos difíciles momentos.
Ayuda a los refugiados