Esta falta de comida está empezando a afectar a los campos de refugiados, y dentro de ellos, principalmente a los niños. De hecho, 1.200 niños han sido diagnosticados de malnutrición en Doro, uno de los cuatro campos de refugiados del condado de Maban. Es el caso del pequeño Ransom Wapi, de cuatro años, con la tripa hinchada y el pelo rojizo.
“La actual crisis alimentaria no augura nada bueno para estos niños”, dice Etel Fagbohoun, un especialista en nutrición de ACNUR que trabaja en Doro. “No podemos combatir la malnutrición con un sistema de abastecimiento que sólo nos permite repartir alimentos esporádicamente”, añade.
Fagbohoun visita a los niños en sus refugios para realizarles un chequeo médico. Las tasas de malnutrición en el campamento han aumentado, pasando del 12% en el mes de febrero a más del 18% en marzo, mientras que en los otros tres campos del condado de Maban las tasas hasta ahora se han mantenido por debajo del umbral de emergencia del 15%.
Durante su ronda matutina, este experto en nutrición se encontró con Ransom. “Ransom ha participado varias veces en programas de nutrición terapéutica. Parece que ha sufrido otra recaída”, explica Fagbohoun. “Es probable que en casa no esté recibiendo los cuidados necesarios, lo cual no es infrecuente”.
Ransom queda al cuidado de su abuela mientras su madre, Yassinah, va al mercado para vender la leña que recoge en el bosque. Fagbohoun ha enviado un coche para recoger a Yassinah, que llega exhausta. Está en las últimas semanas de embarazo de su sexto hijo. Su hijo más pequeño, de apenas un año, gatea hasta su regazo. “He llevado a Ransom a todas las clínicas, pero aún sigue así”, dice desesperada. “Ya no sé qué hacer”.
Yassinah le explica a Fagbohoun que ahora la familia sólo puede comer una vez al día: un plato de sorgo y lentejas hacia las tres de la tarde. También le cuenta que durante la mayor parte de marzo y abril su familia tuvo que alimentarse a base del caldo que elaboraba con hojas amargas del árbol del lolop. La mayoría de las familias refugiadas han tenido que recurrir a la búsqueda de alimento en las raíces y hojas comestibles para complementar sus escasas raciones de comida.
Sin los alimentos y nutrientes que necesita, la salud de Ransom no está mejorando. Fagbohoun le ha vuelto a incluir recientemente en el programa de alimentación terapéutica. En él recibirá complementos nutricionales especiales y pasará un chequeo médico cada dos semanas para evaluar su progreso. En paralelo, su familia recibirá productos nutricionales para mitigar el riesgo de que puedan consumir los suplementos de Ransom.