Hace seis meses que empezó el conflicto en Sudán, que ha dejado casi 6 millones de personas desplazadas que se han visto obligadas a huir a otras partes del país o directamente cruzar fronteras a países vecinos. Cada mes, una media de un millón de personas huye de la zona de conflicto.
Esta situación ha supuesto un deterioro del sistema de salud del país, tal y como advierten ACNUR y la Organización Mundial de la Salud (OMS). Es especialmente preocupante la situación de miles de niños y niñas que están en peligro por la falta de alimentos y de un sistema sanitario que les proteja de enfermedades. De hecho, más de 1.200 niñas y niños han muerto en el estado sudanés del Nilo Blanco en nueve campamentos, entre mayo y septiembre, por brote de sarampión y una elevada desnutrición. En ese mismo periodo, se notificaron 3.100 posibles casos sospechosos en esa zona y otros 500 sospechosos de cólera en otras partes del país, junto con malaria y dengue.
En este contexto de un gran riesgo epidémico, el gran desafío es poder controlar esas epidemias, ya que los centros de salud están sometidos a una gran presión. La falta de personal, de equipos esenciales y de medicamentos, unido a los constantes ataques a las instalaciones, a sanitarios y a pacientes desde que comenzara el conflicto, están haciendo muy complicada la asistencia médica en Sudán.
Debido a la guerra, más de 4,5 millones de personas se han desplazado dentro del propio país, lo que hace que sus campamentos estén desbordados. Por ejemplo, el de Um Sangour alberga a 70.000 personas, cuando en realidad es para 30.000. En ese campamento, solo hay un único centro médico de atención primaria que, además, tiene falta de personal y escasez de suministros médicos. Allí reciben a cientos de personas cada día, sobre todo mujeres, niñas y niños con diarrea, infecciones de las vías respiratorias, paludismo y sarampión.
A esta dramática situación se le une la preocupación por la actual temporada de lluvias del país que puede generar más desplazamientos y por tanto, un repunte de las muertes provocadas por enfermedades transmitidas por el agua, como el cólera.
“El mundo tiene los medios y el dinero para evitar cada una de estas muertes por sarampión o desnutrición. Y, sin embargo, decenas de niñas y niños mueren cada día, como consecuencia de este devastador conflicto y de la falta de atención a nivel mundial. Podemos evitar más muertes, pero necesitamos dinero para la respuesta, acceso a quienes están en necesidad y, sobre todo, el fin de los combates”.
Filippo Grandi, Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, Filippo Grandi.
Este conflicto ha provocado el desplazamiento de 1,1 millones de personas fuera de las fronteras de Sudán y la situación sanitaria no es mucho mejor en los países vecinos. Por ejemplo, en Renk, en Sudán del Sur, los socios humanitarios han informado del aumento de casos de sarampión y desnutrición en niñas y niños que vienen de Sudán, sobre todo del Nilo Blanco. Se han registrado en todo el país más de 5.770 casos sospechosos de sarampión y 142 muertes. Desgraciadamente, es la infancia la más afectada por esta enfermedad, sobre todo los mejores de 5 años que son el 70% de todos los casos y el 76% de las muertes. Uno de los principales problemas es la falta de vacunación, especialmente en las personas retornadas y refugiadas. Todo esto unido a la desnutrición moderada o grave que existe en la población, solo hace que aumente el riesgo de contraer más enfermedades.
Recientemente en Chad se descubrió que casi 13.000 niñas y niños menores de 5 años sufrían desnutrición aguda. Tanto es así, que los ingresados en hospitales han aumentado un 56 % en la provincia de Ouaddai, donde están más del 80% de los refugiados desde que empezó el conflicto en Sudán. Además de la falta de alimentos, el acceso a agua potable es muy complicado y cada persona solo recibe 5 litros diarios, que es tanto solo un tercio de lo recomendado.
En Etiopía, la situación también es muy preocupante, especialmente en la región de Amhara, donde ha habido un brote de cólera que se está propagando en las zonas donde hay más de 18.000 personas huidas de Sudán. Allí se encuentran con las reservas de vacunación a punto de agotarse, con pocos equipos médicos, tanto de personal como de tratamientos, lo que hace muy difícil la respuesta humanitaria.
“Los trabajadores de la salud locales, con la ayuda de la OMS y sus socios, están haciendo todo lo que pueden, en condiciones muy difíciles. Pero necesitan desesperadamente el apoyo de la comunidad internacional para evitar más muertes y la propagación de brotes”,
Doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la OMS.
Tanto ACNUR, como la OMS y sus socios están haciendo un gran esfuerzo para prestar un servicio de salud tanto dentro de Sudán como en los países vecinos. Se están distribuyendo alimentos y se han vacunado contra el sarampión a más de 53.000 niñas y niños mejores de 5 años en los campamentos de los estados de Nilo Blanco y Azul.
En otros países como Chad, se están haciendo también campañas de vacunación y se han logrado vacunar contra el sarampión a 1,2 millones de niños y niñas. En Etiopía, también se vacunó de manera oral contra el cólera en Amhara.
Además de la vacunación, la OMS está apoyando con suministros el tratamiento en los casos de desnutrición aguda, además de medicamentos esenciales, material médico para tratar el cólera y tiendas de campaña móviles. Pero todo esto, no sería posible sin la colaboración de socios y donantes que apoyen a la población que sufre las consecuencias del conflicto, especialmente a la infancia que es la más vulnerable.
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