Una semana después de que la tormenta “Daniel” arrasara el nordeste de Libia, la situación sigue siendo devastadora y las cifras de fallecimientos no paran de crecer. Además, se teme que todavía puedan aumentar mucho más, ya que hay miles de personas desaparecidas. Hacemos un repaso del contexto y la realidad actual del país.
El pasado 10 de septiembre el ciclón tropical Daniel llegó al nordeste de Libia dejando vientos de entre 70 y 80 km/h y lluvias torrenciales de entre 150 y 240 mm. Esto provocó inundaciones repentinas y la rotura de dos presas del río en la ciudad costera de Derna. Fue la madrugada del 11 de septiembre, cuando su población despertó con un gran estruendo tras el colapso de las presas y su posterior explosión que, en tan solo media hora, destruyó todo a su paso.
Las consecuencias han sido devastadoras, con casi 4.00 personas fallecidas, más de 10.000 desaparecidas, la destrucción de cientos de edificios, la interrupción de las telecomunicaciones y la caída de torres de electricidad y árboles. Barrios enteros han desaparecido en la ciudad de Derna, y las casas han sido arrastradas por el agua. Miles de personas se han quedado sin un techo para refugiarse, lo han perdido todo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) informó que al menos tres grandes hospitales de Derna están fuera de servicio y otros solo funcionan parcialmente, por lo que se están haciendo hospitales y morgues improvisadas.
La Organización Internacional Para las Migraciones (OIM) informó que al menos 30.000 personas fueron desplazadas en Derna debido a la tormenta Daniel, 3.000 en Albayda, 1.000 en Almkheley, y 2.085 en Benghazi.
El panorama es desolador en Derna, que tras la tormenta parece una ciudad fantasma. Hay barrios enteros totalmente arrasados, personas que han perdido a todos los miembros de su familia y que siguen buscando, desesperadamente entre los escombros, aunque ya se asume que es casi imposible que encuentren personas con vida.
La ruptura de las dos presas ha dejado a la ciudad costera prácticamente aislada después de que se liberaran 33 millones de metros cúbicos de agua. Tanta cantidad de agua ha roto varios puentes, cortado carreteras y está dificultando el acceso a los equipos de emergencia. Al no funcionar la red eléctrica, se imposibilita el contacto entre los afectados. Todo esto ralentiza el trabajo de todas las personas que están intentando ayudar, salvar vidas y despejar la zona.
Se teme que los residentes afectados por las inundaciones se enfrenten a una crisis sanitaria en rápido aumento, ya que las inundaciones han contaminado gravemente las fuentes de agua, haciéndolas inseguras para el consumo y exponiendo a las comunidades a graves riesgos. La situación es especialmente grave en Derna, donde los centros sanitarios se enfrentan a la escasez de personal y de equipos, medicamentos y suministros esenciales.
Desde la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), se estima que 884.000 personas necesitan ayuda humanitaria, entre ellas 230.000 mujeres y niñas en edad reproductiva. Según UNICEF, casi 300.000 niños expuestos a la tormenta Daniel ahora enfrentan un mayor riesgo de diarrea y cólera, deshidratación y desnutrición, así como mayores riesgos de violencia y explotación. El Centro Nacional para el Control de Enfermedades ya ha detectado al menos 55 niños envenenados por beber agua contaminada en Derna.
"Derna es una triste instantánea del estado de nuestro mundo: la avalancha de desigualdad, de injusticia, de incapacidad para afrontar los retos que tenemos entre manos".
António Guterres, Secretario General de la ONU.
Esta tormenta y sus horribles consecuencias han llegado a un país que ya estaba viviendo una situación de emergencia. Después del levantamiento de 2011, el país quedó dividido. Con dos gobiernos rivales, uno asentado en Trípoli (oeste) y otro en Benghazi (noroeste), la situación es de inestabilidad y violencia política que ha favorecido la trata de personas.
Libia tiene un escenario de desplazamiento complejo ya que los solicitantes de asilo y las personas refugiadas son considerados migrantes ilegales en el país por lo que el arresto arbitrario, la detención y las expulsiones masivas afectan a un gran número de personas que necesitan protección internacional. Por eso, ACNUR está allí para apoyar a las autoridades del país con el fin de ayudar en las labores de rescate, ayuda y protección.
Más de una década de inestabilidad ha llevado al abandono de las infraestructuras del país y a que la población viva con pocos recursos. Ahora se investiga si hubiera podido evitarse esta catástrofe y es que, según The Guardian, el fiscal general libio, al-Sediq al-Sour, prometió investigar el colapso de las dos presas de Derna, así como la asignación de fondos millonarios destinados al mantenimiento de las estructuras, construidas en la década de 1970.
ACNUR está movilizando toda la ayuda necesaria para y está organizando un puente aéreo con 53 toneladas artículos básicos de socorro desde sus reservas en Dubai, que llegará al país el 19 de septiembre, y que incluye lámparas solares, utensilios de cocina, lonas, bidones y mantas.
También está en marcha un envío de artículos no alimentarios desde Trípoli, la capital. ACNUR también está enviando medicamentos y generadores de energía a los lugares afectados.
Los equipos de protección de ACNUR continúan llamando a refugiados y solicitantes de asilo registrados que viven en áreas afectadas para evaluar su situación y necesidades.
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