Un año después, miles de familias iraquíes siguen desplazadas Un año después, miles de familias iraquíes siguen desplazadas

Un año después, miles de familias iraquíes siguen desplazadas

7 de agosto, 2015

Tiempo de lectura: 3 minutos

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Hace un año, la crisis de desplazamiento interno en Irak se agravó con el estallido de violencia en el norte del país y la toma de Mosul por parte de las milicias del Estado Islámico. Miles de personas huyeron precipitadamente de la ciudad y buscaron refugio en otras zonas del norte del país. 

La mayoría de los desplazados eran personas de confesión yazidí víctimas de la persecución y la violencia. ACNUR puso en marcha una de sus mayores operaciones de envío de ayuda humanitaria con el objetivo de asistir a cerca de medio millón de personas.

Un año después, más de 3 millones de iraquíes continúan desplazados viviendo en campos, con comunidades de acogida en otras gobernaciones de Irak o bien en otros países donde han buscado refugio.

Una huida difícil y peligrosa

Rasmiyya es una entre un millón. Esta mujer de 65 años huyó el pasado mes de abril de Faluya cuando empezaron los enfrentamientos entre las tropas del gobierno y las milicias que controlaban la ciudad desde el verano pasado. Sin electricidad, sin poder trabajar y con los alimentos básicos a un precio muy superior al habitual, no podía seguir con su vida como hasta entonces. Además, Rasmiyya padece diabetes y tuvieron que amputarle una pierna porque durante meses no pudo acudir a sus revisiones médicas a causa de la inseguridad en la ciudad.

"Un cohete cayó a sólo unas calles de distancia," explica Rasmiyya. "Incluso la casa de al lado fue destruida por la explosión", añade. Su hijo Khudair tomó la decisión de huir con su madre y su familia, pero para poder sacarles de la ciudad tuvo que pagar 1 millón de dinares (unos 800 euros). En circunstancias normales, llegar a Bagdad desde Faluya apenas lleva una hora en coche, pero ellos tardaron más de una semana en hacer el recorrido. Con su madre en silla de ruedas y los niños asustados por la situación, Khudair y su mujer Fátima centraron sus esfuerzos en tranquilizarles y mantener a la familia unida durante el largo viaje.

Comenzar de nuevo lejos de casa

Rasmiya, Khudair y el resto de la familia ahora viven en un pequeño campo para desplazados en un distrito de Bagdad. ACNUR les ha facilitado refugio y materiales básicos de ayuda humanitaria, además de atención médica para Rasmiyya, que ha estado visitando al doctor cada dos o tres días. Sin embargo, el tratamiento ha llegado tarde para ella. “Ayer la enfermera nos dijo que tendrán que amputarle la otra pierna”, dice Fátima bajando la voz para que su suegra no la oiga. Rasmiyya todavía no lo sabe. “No pude decírselo”, confiesa Fátima.

El sufrimiento de esta y otras cientos de miles de familias sigue siendo una realidad diaria en Irak. Un año después, los desplazados siguen necesitando asistencia y ayuda humanitaria para poder sobrevivir y recuperar la esperanza de un futuro mejor. En la medida de tus posibilidades, colabora con ACNUR para dar esperanza a estas personas.

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