Aunque la tasa de escolarización de refugiados se mantiene, el nuevo informe de ACNUR muestra que el aumento de refugiados y desplazados hace que cada vez más niños pierdan oportunidades de futuro por culpa de la violencia. A pesar de los esfuerzos de ACNUR, 4 millones de refugiados no pueden ir al colegio: medio millón más que el año pasado.

Las matriculaciones escolares no logran seguir el aumento de refugiados
Rihanna Siraj huyó de Etiopía siendo solo una niña. Ahora tiene 15 años y es una de los afortunados que reciben educación secundaria. Gracias a que su hermana mayor, Fauzia, trabaja durante el día, Rihanna tiene la oportunidad de acudir a clase y estudiar por las tardes.
En su colegio del campo de Kakuma, en Kenia, las buenas notas de los alumnos han superado la media nacional en un ejemplo de superación para el mundo.
Ella es solo una de las caras detrás del 23% de adolescentes refugiados con acceso a educación que recoge el informe de ACNUR. En él, los datos muestran que a pesar de los esfuerzos en educación, no se logra alcanzar el ritmo del aumento de refugiados.
A finales de 2017, más de la mitad de los refugiados en el mundo eran niñas y niños, de los que 7,4 millones estaban en edad escolar. 4 millones de ellos no pudieron matricularse en la escuela el pasado curso.
“La educación es fundamental para la reconstrucción de sus países”
Frente a una tasa mundial del 92 %, solo el 61 % de los niños refugiados acude a la escuela primaria. Un dato que se aleja aún más en educación secundaria y superior: el 23% de los adolescentes refugiados recibe educación frente al 84% de media mundial y la tasa universitaria es de un 1%. Un abismo que se mantiene en los últimos tres años frente a una tasa global del 37%.
Con el aumento de refugiados en el último año, la brecha se hace más profunda. La falta de escolarización para los más pequeños les impactará el resto de sus vidas., desde su inserción laboral y generación de ingresos hasta cosas tan básicas como aprender las medidas de higiene necesarias para no contraer una enfermedad mortal.
En el caso de las niñas refugiadas, la dificultad para ir al colegio es aún mayor. Algo que, según un estudio realizado anteriormente, reduciría el matrimonio infantil en más de la mitad.
Aunque hay grandes avances conseguidos con los compromisos de la Declaración de Nueva York de matricular a medio millón de niños y niñas en 2017, el aumento de refugiados hace imprescindible más esfuerzos para garantizar que todos los niños puedan tener educación. ACNUR pide a los países de acogida inscribir a niños refugiados en los sistemas educativos nacionales, un currículo apropiado para cada etapa y calificaciones homologadas que sirvan de trampolín para la universidad o formación profesional.

El 92% de los niños refugiados, en países en desarrollo
Además, los países en desarrollo acogen al 92% de la población refugiada en edad escolar de todo el mundo y necesitan apoyo financiero más continuado.
Un esfuerzo relativamente pequeño para el nivel de vida en países como España puede suponer una diferencia increíble en un país en desarrollo donde, con 18€ un niño puede acudir a clase durante todo un año.
Y es que, al igual que refugiados célebres como Einstein o Chopin cambiaron la historia de la ciencia y de las artes gracias a la educación recibida, quien sabe si uno de los niños que sueñan con ser científicos o matemáticos en los campos de refugiados, podría cambiar la historia si ellos también pudieran estudiar.