Refugiado congoleño de 22 años, lleva mucho tiempo entrenando para formar parte del equipo olímpico de atletas refugiados en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Llegar hasta aquí no ha sido fácil, pero nada lo ha sido en su vida. Se quedó huérfano cuando era niño y tuvo que huir de la violencia en República Democrática del Congo, su país de origen. Hoy, vive en Portugal y tiene una beca para deportistas refugiados, gracias a la cual ha podido prepararse para correr los 100 metros lisos en Tokio.
“Espero inspirar a los jóvenes de todo el mundo a través del deporte”.
Dorian Keletela, del equipo olímpico de atletas refugiados.
Mujer, afgana y perteneciente a la minoría Hazara, Masomah Ali Zada ha sorteado muchos obstáculos hasta llegar hasta aquí, aunque su especialidad no es los 100 metros vallas, sino la bici. Es una pasión que desarrolló desde niña en su Afganistán natal, a pesar de tenerlo todo en contra.
Masomah fundó un grupo de ciclismo para niñas, que se convirtió en el tema central del documental francés "Les Petites Reines de Kaboul", y pasó a formar parte del equipo nacional de ciclismo. Por todo ello, fue perseguida en su país y tuvo que huir con su familia a Francia. Ahora vive en Lille, donde estudia Ingeniería y se prepara para Tokio 2020. Desea inspirar a otras mujeres y niñas afganas a seguir sus sueños.
Eldric se inició en el boxeo a los nueve años, en Caracas. En 2012, ganó su primer Campeonato Nacional. Con 18 años, consiguió un lugar en la selección nacional de Venezuela. Cuando la pobreza y la violencia hicieron muy difícil la vida en su país, no tuvo más remedio que irse. En 2018, fue invitado a participar en un torneo de boxeo en Trinidad y Tobago, donde buscó asilo. Hoy tiene 24 años y en su horizonte está Tokio 2020.
“No hubo un día en el que no pensara en ir a los Juegos Olímpicos. Me he apegado a esto toda mi vida. Me siento vivo otra vez”.
Eldric Sella Rodríguez, del equipo olímpico de atletas refugiados.
Dorian, Masomah, Eldric y los otros 26 refugiados que componen el equipo olímpico de atletas refugiados representan las esperanzas y el potencial de más de 82,4 millones de personas refugiadas en el mundo. Es la segunda vez que un equipo de deportistas refugiados concurre a unos Juegos Olímpicos. En los Juegos de Río, en 2016, ya participaron 10 deportistas refugiados.
Los 29 deportistas competirán en 12 disciplinas deportivas y proceden de países como Afganistán, Camerún, República del Congo, Eritrea, Irán, Irak, Sudán del Sur, Siria o Venezuela. Competirán en natación, atletismo, bádminton, boxeo, piragüismo, ciclismo, judo, kárate, tiro, taekwondo, halterofilia y lucha.
“Su participación demuestra lo que es posible cuando se da a los refugiados la oportunidad de aprovechar al máximo su potencial. Nos recuerdan que todo el mundo merece la oportunidad de triunfar en la vida”.
Filippo Grandi, Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados.
Han sobrevivido a la guerra y al exilio y se han visto despojados de prácticamente todo. Muchos han perdido lo más valioso: a sus seres queridos. Para la niñez y la adolescencia desplazada el deporte es mucho más que una actividad de esparcimiento. Es una oportunidad para ser incluidos, sanar, desarrollarse y crecer.
En el mundo hay 82,4 millones de personas desplazadas. ACNUR colabora con la comunidad deportiva, la sociedad civil, las poblaciones refugiadas y los gobiernos para que las personas que han tenido que huir tengan la oportunidad de participar en actividades deportivas.
“Cuando desfilamos en el Estadio Maracaná, en Río, la gente nos daba la bienvenida. Nos sentimos como seres humanos”, recuerda Rose Nathike Lokonyen, una refugiada de Sudán del Sur que llevó la bandera del primer equipo olímpico de refugiados en Río de Janeiro en 2016.
Los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 se celebrarán del 23 de julio al 8 de agosto. En las próximas semanas se anunciará un equipo paralímpico de refugiados que competirá en los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020.