Muchos la comparan con Malala, y lo cierto es que su historia guarda algunas similitudes con la de la joven paquistaní. Al igual que Malala, los padres de Muzon (ambos maestros) le inculcaron la importancia de la educación desde muy pequeña. Y como la joven premio Nobel de la Paz, Muzon vivió la violencia en primera persona en su adolescencia.
En 2013, su familia decidió huir de Siria cuando su casa se vio atrapada en el fuego cruzado y la situación se volvió insostenible. Muzon tenía por entonces 14 años y llevaba “una vida normal”. Estaba tan volcada en los estudios que sus padres incluso sopesaron dejarla en Siria para que pudiera presentarse a los exámenes de final de curso, pero finalmente la realidad se impuso sobre sus ilusiones y todos tuvieron que huir para salvar su vida.
Promoviendo la educación en Za’atari
Llegaron a Jordania, al campo de refugiados de Za’atari, donde al principio la adaptación fue dura para todos. Pasaron de vivir en una casa donde cada hermano tenía su habitación a compartir una tienda para toda la familia, pero para Muzon su mayor temor fue que no hubiera escuelas en el campo de refugiados. Por suerte no fue así y la joven se matriculó de inmediato en las clases de verano que se daban en el campo para ponerse al día con el programa de estudios jordano.
Conforme fue avanzando el curso, Muzon fue viendo cómo algunos alumnos (sobre todo las chicas) iban abandonando los estudios. Entonces decidió que había que hacer algo más y es así cómo empezó a ir casa por casa hablando con los alumnos y los padres, tratando de convencerles de que volver a clase marcaría la diferencia entre tener un futuro o no.
Muzon cuenta que al principio algunos se negaban a escucharla de primeras, pero su rechazo no la echaba para atrás. “De hecho, hace que quiera hablar con más gente e intentarlo una y otra vez”, asegura.
Esta joven siria es una incasable luchadora, sobre todo a favor de la educación de las niñas. “Cuando oigo que la gente no deja a sus hijas ir a la escuela o que las casa tan pronto, me enfado. La educación es la armadura que nos protegerá en la vida. Si te casas antes de haber acabado los estudios, no podrás resolver tus problemas o educar a tus hijos”, reflexiona.
“Ser refugiado no tiene que arruinar tu vida”
La popularidad de Muzon fue creciendo dentro y fuera del campo. La joven llegó a recibir la visita de la propia Malala, con la que ha entablado una buena amistad. Muzon despierta la admiración de muchas personas, ya que ha sabido dar un giro positivo a su difícil situación: “Ser refugiado no tiene que arruinar tu vida. Mucha gente de éxito ha pasado por momentos muy duros”, afirma.
La educación ha dado un nuevo sentido a la vida de Muzon en el exilio y su mensaje para el mundo es sencillo: todos los niños refugiados tienen derecho a recibir educación.
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