↓ 38 %
la mortalidad materna.
274 reformas
legales para combatir la desigualdad de género en 131 países.
1 de cada 4
puestos de responsabilidad ocupados por mujeres.
Aún falta mucho por hacer en relación a la igualdad de género. Los compromisos asumidos por unanimidad hace 25 años por los países firmantes de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, la agenda global para promover los derechos y el empoderamiento de las mujeres y las niñas, no han sido cumplidos plenamente y la igualdad está aún lejos de alcanzarse.
En los últimos 25 años se han producido logros en educación y en salud reproductiva. Sin embargo, con la pandemia del coronavirus, la violencia sexual y de género ha aumentado. Las mujeres y las niñas, además, han sufrido con más virulencia el impacto económico y social de la COVID-19.
Se han conseguido algunos avances durante las últimas décadas: hay más niñas escolarizadas, menos matrimonios infantiles, más mujeres con cargos de responsabilidad y liderazgo y se promueven más leyes para la igualdad de género.
Aun así, las mujeres siguen estando infrarrepresentadas a todos los niveles, asumen en mayor proporción la carga de los cuidados no remunerados y sufren violencia sexual y de género.
16 %
menos de salario que los hombres.
25 %
más probabilidades que los hombres de vivir en la pobreza extrema.
x 3
el tiempo que dedica una mujer al cuidado no remunerado con respecto al hombre.
1 de cada 5
mujeres y niñas de entre 15 y 49 años ha sufrido violencia sexual o física en el último año.
Mujeres y niñas de todo el mundo se convierten cada día en refugiadas. Los riesgos a los que se exponen antes, durante y después de la huida son enormes. Muchas sufren abusos, violencia sexual o prácticas tan atroces como la mutilación genital femenina. Además, la guerra las aleja de sus maridos y familiares, teniendo que asumir solas y lejos de casa toda la responsabilidad y el cuidado.
Las niñas y mujeres refugiadas representan aproximadamente el 50 por ciento del total de la población refugiada, apátrida o desplazada internamente. Una de las tareas primordiales de ACNUR es la protección internacional de las mujeres refugiadas frente a todas las formas de violencia sexual y de género.
En los campos de refugiados, se les facilita la atención médica y psicosocial que necesitan para poder continuar con sus vidas y sacar adelante a sus familias.
ACNUR ofrece a las mujeres refugiadas acceso a formación y capacitación laboral, así como a proyectos de subsistencia que les permiten construir su futuro. Planifica todas sus operaciones con un enfoque de género, y promueve la igualdad y participación activa de las mujeres en el funcionamiento de los campos y en la toma de decisiones.
Consciente del impacto negativo y las consecuencias devastadoras que está teniendo la pandemia de COVID-19 en las mujeres y las niñas de todo el mundo, el secretario general de la ONU, António Guterres, ya instaba a los gobiernos en el mes de abril a poner a las mujeres y a las niñas en el centro de sus esfuerzos de recuperación y a involucrarlas en la toma de decisiones.
En Perú, por ejemplo, los feminicidios han aumentado desde que comenzó la pandemia. Según cuenta en una entrevista Juliette Murekeyisoni, coordinadora senior de ACNUR en Lima, las autoridades locales han recibido un 50% más de llamadas de emergencia de mujeres en riesgo de sufrir violencia de género desde marzo.
Por eso, ACNUR ha habilitado refugios seguros donde pueden alojar a víctimas supervivientes de la violencia sexual y de género durante un corto periodo de tiempo, antes de proporcionarles un hogar seguro para que no se vean obligadas a volver con sus parejas. ACNUR facilita a estas mujeres apoyo psicosocial y ayudas en efectivo para el alquiler, artículos básicos y alimentos durante algunos meses.
Juliette, en la foto, trabaja con personas que han huido de la violencia y de la situación en Venezuela. La COVID-19 está complicando el trabajo. La violencia sexual y de género va en aumento. Muchos refugiados se están quedando sin techo y no tienen forma de ganar dinero.
Nacida en Burundi y de padres ruandeses, Juliette fue testigo de las consecuencias que el genocidio ruandés de 1994 tuvo en muchas mujeres y niñas que llegaban a Burundi. Aún hay mucho camino por recorrer, pero Juliette afirma que las mujeres y las niñas están mejor que hace 25 años. Ruanda, por ejemplo, es el primer país del mundo donde la mayoría de los altos cargos en el Parlamento los ocupan mujeres (alrededor del 60%). Las mujeres avanzan. Muchas se convierten en presidentas o van al espacio; y las niñas asisten a la escuela.
En su opinión, hay que seguir trabajando con los gobiernos, las comunidades y las agencias de la ONU para eliminar las brechas de género.
“La igualdad de género y los derechos de las mujeres son esenciales para superar juntos esta pandemia, recuperarnos más rápido y construir un futuro mejor para todos”.
António Guterres, secretario general de la ONU.
La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) incorporan una hoja de ruta para que el progreso sea sostenible y no deje a nadie atrás. La igualdad de género es un derecho humano fundamental y un pilar imprescindible para construir un mundo pacífico, próspero y sostenible. Conseguir la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer es parte de cada uno de los 17 ODS.
ACNUR trabaja para hacer realidad estos objetivos para las mujeres y niñas refugiadas, desplazadas internas y apátridas.
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