Mauritania es un país saheliano afectado desde hace tiempo por la desertificación y la sequía. El Sahel es una de las regiones más afectadas por el cambio climático, con un aumento previsto de la temperatura de 3ºC frente a la media mundial de 1,5ºC para 2050. Las temperaturas extremas y las condiciones meteorológicas asociadas al cambio climático han contribuido recientemente a la degradación de los cultivos y a la erosión del suelo en el sur del país y en las zonas de oasis. A las familias rurales que viven allí les resulta cada vez más difícil mantener sus medios de subsistencia.
A estas condiciones climáticas se une el desplazamiento de cuatro millones de personas en el Sahel central, síntoma de la gravedad de la crisis humanitaria y de protección por la que atraviesa la región. En el sureste de Mauritania, en la región de Hodh Chargui y a tan solo 50 kilómetros de la frontera con Mali, se encuentra el campo de población refugiada de Mbera. En 2012, cuando comenzó la guerra en Mali, miles de personas huyeron al país vecino en busca de seguridad. Una década después, la población refugiada sigue llegando al campamento. Tan solo el año pasado, más de 55.000 malienses cruzaron la frontera; la mayoría hacia Hodh Chargui, poniendo nuevamente al límite la capacidad del campo de Mbera ya con casi 100.000 personas, y también sus alrededores.
Además de una respuesta de emergencia para atender a las personas recién llegadas, la prolongada presencia de población refugiada en el campo de Mbera aumenta la presión sobre las fuentes locales de agua, leña y pastos. Por ello, y sin un final previsible para el conflicto de Mali, ACNUR sigue colaborando con las autoridades nacionales, regionales y locales para apoyar a los refugiados malienses en Mauritania. El Gobierno mauritano, así como los agentes humanitarios y de desarrollo han hecho de la preservación y regeneración del medio ambiente un elemento central de sus estrategias e iniciativas. De hecho, Mauritania ha elaborado una Estrategia Nacional para el Medio Ambiente y el Desarrollo Sostenible. También la región de acogida de población refugiada de Hodh Chargui ha alineado su Estrategia Regional para el Crecimiento Acelerado y la Prosperidad Compartida con esta estrategia medioambiental nacional. El objetivo es compartido: frenar la degradación del medio ambiente y revertir las tendencias para que la buena gestión de los recursos naturales sustente un crecimiento ecológico e integrador.
En el campo de Mbera y sus alrededores, la participación activa de sus habitantes, tanto malienses como mauritanos, es crucial para llevar a cabo las estrategias propuestas. La gestión de recursos escasos, como el agua, el manejo adecuado de residuos y las políticas de reforestación, dependen en gran medida del apoyo de grupos locales organizados y voluntarios. Por ejemplo, en 2023, 14 comités y grupos de voluntarios desempeñaron un papel fundamental en la gestión comunitaria del agua, involucrando a más de 250 representantes.
Foto: © ACNUR/Colin Delfosse.
Además, ACNUR y sus socios han plantado miles de árboles dentro y fuera del campo de Mbera gracias al apoyo voluntario de las comunidades de acogida y los refugiados. Asimismo, más de 200 personas colaboran con la Brigada contra Incendios de Mbera, que trabaja estrechamente con las comunidades para prevenir y combatir incendios forestales en el campamento y sus alrededores. Desde 2018, la brigada ha apagado más de 125 incendios y construido cortafuegos que se extienden a lo largo de 800 kilómetros. Su valiosa labor fue reconocida en 2022 con el premio Nansen para la región de África, otorgado por ACNUR, en reconocimiento a su dedicación en la protección del medio ambiente contra incendios.
Con el paso de los años, han surgido más grupos voluntarios en la región. Algunos de estos grupos están dirigidos por personas refugiadas, mientras que otros son liderados por la comunidad local. Su objetivo es abordar diversas problemáticas. Por ejemplo, una parte de estos grupos se esfuerza por mejorar la higiene y el saneamiento en el campamento. Otros comparten conocimientos sobre ganadería, el cuidado de pastizales y técnicas agrícolas adaptadas a condiciones de escasez de agua. Recientemente la presidenta del Comité Ejecutivo de ACNUR Katharina Stasch, reconocía también el importante rol de las mujeres, sobre todo como líderes en Mbera y en las ONG de Nouadhibou. “Su notable energía y su trabajo directo con la comunidad contribuyen al desarrollo, la protección y la resiliencia de la comunidad local”, afirmó tras haber conocido a algunas de ellas.
Ahmedou Ag Albohary, uno de los líderes de la Brigada contra Incendios de Mbera lo contaba así cuando recibieron el premio Nansen para África: “El campamento se ha unido por el espíritu de los voluntarios. Es así como vivimos: nos apoyamos mutuamente”, recalcó Ahmedou. “Nuestras madres y nuestros padres decían que no vivirá en vano quien cuide del bosque y de los árboles”, contó. “Porque esa persona será recordada mientras vivan los
árboles que plantó, y en tanto no perezcan los bosques ni su fauna”.
Este programa contó en 2023 con el apoyo financiero de la Diputación de Málaga.