ACNUR/D.Mwancha Poco a poco, las nuevas tecnologías ganan terreno en el sector de la educación. Ya no se trata solo del acceso a herramientas como internet...
ACNUR/D.Mwancha
Poco a poco, las nuevas tecnologías ganan terreno en el sector de la educación. Ya no se trata solo del acceso a herramientas como internet y del dominio de plataformas y recursos: los dispositivos también facilitan los procesos pedagógicos tradicionales.
Algunos países ya dan por hecho que las nuevas tecnologías y la educación son dos aspectos que van de la mano. En poco tiempo han puesto en marcha programas para incluir los dispositivos en las aulas, y hoy en día estos son un complemento indispensable para el aprendizaje y el estudio en los programas académicos.
Gracias a las nuevas tecnologías, los sistemas educativos son más dinámicos, más ágiles, aumentan el nivel de interacción y, además, los contenidos son mucho más atractivos tanto para alumnos como para profesores.
Las apps, en concreto, ofrecen la posibilidad de ilustrar aspectos tradicionales de la enseñanza y combinarlos con elementos lúdico-prácticos. Un ejemplo son las aplicaciones para aprender historia.
En muchas ocasiones, los teléfonos móviles son el único recurso de comunicación con el que cuentan las personas que huyen de la guerra.
En el actual contexto de crisis humanitaria, una buena parte de las familias de refugiados sirios que huyen de su país llevan consigo al menos uno de estos terminales. Aunque la idea de los usuarios es mantenerse en contacto con otros familiares y amigos, es un recurso al que se le podrían asignar otros usos, como, por ejemplo, contribuir a la educación de los niños refugiados.
Conscientes de esta circunstancia, algunas organizaciones de alcance internacional promueven campañas para donar teléfonos móviles. Una de las más importantes tiene como centro los núcleos urbanos de las ciudades de Beirut o Amán, donde se concentra un buen número de la población siria que ha huido de su país.
El objetivo no es que estos dispositivos asuman la labor educativa; por el contrario, la idea es que se conviertan en una herramienta temporal para facilitar el aprendizaje hasta que los niños retomen su formación básica.
Un ejemplo de ello es el programa que ACNUR y Vodafone llevan a cabo desde hace dos años en el campamento de Dadaab, en Kenia, donde han llegado a convivir casi 350.000 refugiados, la mayoría de ellos somalíes.
La iniciativa contemplaba la entrega de tabletas en los centros de enseñanza primaria y secundaria del campamento. La idea es que cerca de 18.000 estudiantes, con edades entre los 3 y los 20 años, accedan a métodos de enseñanza basados en internet y las nuevas tecnologías. Al plan también se ha unido la compañía de telecomunicaciones Huawei, que ha donado 235 tabletas.
Las apps educativas como Inventia, Blue Planet, Creappcuentos o El viaje de Alvin son algunas de las que pueden servir como recurso introductorio para los niños refugiados que acaban de llegar a otros países con sus familiares huyendo de la guerra.
Sin embargo, si se trata de programas específicos, el objetivo es proporcionar a todos los menores una educación gratuita e interactiva de calidad, que de alguna forma supla los problemas de desplazamiento y las carencias logísticas.
Las primeras apps educativas desarrolladas se han centrado en temas básicos como la alfabetización y la aritmética, así como en nociones complementarias de inglés y otros idiomas, y en algunos elementos culturales.
Pero no son las únicas. Recientemente, en una convocatoria llamada EduApp4Syria, diversas organizaciones hicieron un llamamiento a empresas tecnológicas y a creativos de diversas especialidades en todo el mundo para diseñar nuevas aplicaciones que puedan ser de utilidad a la población refugiada, en especial a los niños sirios.
El apoyo no solo se limita al diseño de la aplicación, sino que puede ampliarse a cualquiera de las fases de su elaboración. En cualquier caso, el objetivo es evitar que se frene el desarrollo intelectual de los niños y asegurar, además, que su condición de refugiados no les impida acceder al conocimiento ofreciendo recursos educativos.
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