Conflicto en Myanmar: se agrava la violencia y aumentan los desplazados

El recrudecimiento del conflicto en Myanmar ha obligado a que la asistencia de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, haya tenido que aumentar para llegar a cientos de miles de personas desplazadas por causa de la violencia. Los enfrentamientos armados aumentan y se intensifican, generando que la seguridad de la población se vaya deteriorando cada vez más. Y se prevé que el desplazamiento interno de personas irá en aumento durante los meses siguientes.

Según datos de ACNUR, desde febrero de 2021 hay alrededor de 440.000 personas desplazadas que se suman a las más de 370.000 que tuvieron que abandonar sus hogares antes del recrudecimiento del conflicto. Es por esto que ACNUR ha aumentado el alcance de sus operaciones desplegando recursos adicionales para alcanzar al máximo de población posible.

Los estados de Kayin y Kayah son los más afectados por el conflicto en Myanmar. El noroeste del país es otra zona candente de permanentes enfrentamientos armados y donde existen graves necesidades humanitarias, con 190.000 personas en situación de desplazamiento en el estado de Chin y en las regiones de Magway y Sagaing. Por si todo esto fuera poco, muchas áreas de Myanmar se encuentran bloqueadas o restringidas para el acceso de ayuda humanitaria.

Antecedentes del conflicto en Myanmar

El recrudecimiento reciente del conflicto de Myanmar no es nuevo y tiene focos de intensidad constantes, sobre todo durante 2021, con nuevos enfrentamientos entre el ejército del país y grupos étnicos armados que generaron una violencia indiscriminada contra la población civil en todo el país. Esto obligó a una diáspora de cientos de miles de personas que se convirtieron en desplazadas internas y otras tantas que cruzaron la frontera a países vecinos.

Nway Nway Htay, una mujer de 27 años que pertenece a la etnia rakhine, aún sueña con los sonidos de la artillería y los disparos de las armas de los soldados del ejército de Myanmar que luchan contra grupos étnicos armados en su estado natal. “Puede que esté acostumbrada al sonido de los disparos, pero el miedo siempre está ahí”, dice esta mujer originaria del estado de Kachin (región montañosa sitiada entre China e India) y agrega: “El año pasado volví a Rakhine para tener a mi hijo, y el conflicto estalló cerca del hospital. Las explosiones hicieron que el proceso fuera aún más estresante”.

Después de trasladarse por diferentes rincones del país desde 2019 y ante el surgimiento de diversos focos de violencia, Nway Nway Htay vivió en 2021 el máximo nivel de intensidad con su familia cuando se convirtieron en desplazados dentro del estado de Kachin tras una toma militar en febrero de 2021. El 1 de febrero de ese año, un grupo armado realizó un golpe de estado y destituyó al gobierno del país, profundizando aún más el conflicto en Myanmar.

“Llevamos huyendo desde junio de 2021” dice Anna Ruth quien junto a su familia y muchas otras personas en el estado de Kayah, llevan lidiando con demasiados desplazamientos. “Primero de nuestra aldea, en el municipio de Demoso, a la de mi suegra, en el municipio de Loikaw, y de ahí al bosque donde permanecimos durante meses”, comenta esta mujer que se quedó viuda y a cargo de cuatro hijos pequeños.

El 1 de febrero de 2022, para el primer aniversario del golpe militar, el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, se manifestó por Twitter y escribió: “Un año después de que las fuerzas armadas de Myanmar derrocaran a un gobierno civil elegido democráticamente, las crisis humanitarias y de derechos humanos continúan profundizándose. Las Naciones Unidas continuarán movilizando acciones inmediatas para abordar las necesidades desesperadas del pueblo de Myanmar”.