Mihret Gerezgiher vive en el campo de refugiados de Tunaydbah desde que se vio obligada a huir de su hogar a raíz del conflicto en Tigray. Con 25 años,...
Mihret Gerezgiher vive en el campo de refugiados de Tunaydbah desde que se vio obligada a huir de su hogar a raíz del conflicto en Tigray. Con 25 años, esta chica etíope aún tiene pesadillas donde las imágenes de la violencia vivida vuelven una y otra vez. Ahora colabora como voluntaria de ACNUR y de sus socios en el campo, supervisando la construcción de infraestructuras y ayudando a las madres refugiadas a acceder a servicios médicos.
Como ella, hay miles de refugiados que han tenido que huir por el conflicto en Tigray y otros tantos que viven en campos situados en la zona, pero cuyas condiciones se han agravado a causa de la violencia. Recientemente, desde ACNUR han saltado las alarmas por las preocupantes condiciones de vida de los refugiados eritreos en los campos de Tigray.
Tras tres semanas sin poder acceder, personal de ACNUR al fin consiguió ingresar a los campos de Mai Aini y Adi Harush, ubicados en la parte etíope de Tigray, después de los recientes ataques aéreos en la zona. El panorama era desolador: mucha gente aterrorizada y sin comida ni medicamentos y con escasas posibilidades de acceso al agua potable. Este deterioro de las condiciones de vida ha provocado más de 20 muertes en las últimas seis semanas.
Y aún hay problemas para hacer llegar y distribuir material de ayuda en la región, sobre todo comida, agua y medicamentos. ACNUR continúa pidiendo un alto al fuego a todas las partes involucradas en el conflicto en Tigray para que exista una garantía de paso seguro y se pueda garantizar la protección de todas las personas que viven en los campos de refugiados.
El conflicto en Tigray estalló en noviembre de 2020 y obligó a miles de personas a huir a muchos pueblos cercanos en Sudán, con muy pocas pertenencias y en largas y extenuantes caminatas. Entre los que huían, había muchos niños y niñas y mujeres en condiciones de extrema vulnerabilidad.
Durante el mes de marzo de 2021, ACNUR pudo acceder a los campos de refugiados de Shimelba y Hitsats en Tigray, por primera vez desde que comenzó el conflicto en noviembre 2020. En su visita, el personal encontró los dos campos completamente arrasados y con las instalaciones de ayuda humanitaria destruidas y saqueadas. De los 20.000 refugiados que vivían ahí antes del conflicto en Tigray, más de 7.000 huyeron hacia los otros dos campos de refugiados eritreos: Mai Aini y Adi Harush.
Una investigación llevada a cabo en conjunto por la Oficina de Derechos Humanos de la ONU y la Comisión de Derechos Humanos de Etiopía asegura que durante el conflicto en Tigray se podrían haber cometido crímenes de guerra y de lesa humanidad. El texto de la investigación habla de violaciones sistemáticas a tres derechos fundamentales de todas las partes en conflicto: derecho internacional humanitario, derechos humanos y derechos de los refugiados. Y abarca el periodo desde el 3 noviembre de 2020 (es decir, cuando estalla el conflicto) al 28 de junio de 2021.
El informe revela que existieron ataques indiscriminados contra civiles, hechos de tortura y de violencia sexual, ejecuciones extrajudiciales y otros abusos en medio del conflicto en Tigray.
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