El continente africano sigue padeciendo las consecuencias de la colonización europea y el abrupto y violento proceso de independencia. Muchos países de África cuentan con altos índices de...
El continente africano sigue padeciendo las consecuencias de la colonización europea y el abrupto y violento proceso de independencia. Muchos países de África cuentan con altos índices de pobreza que, sumada a los estragos provocados por el cambio climático en los últimos años, han generado problemas en la gestión de los recursos hídricos.
Conviene señalar las enormes diferencias en cuanto al acceso al agua potable en las distintas regiones del vasto continente africano. El Norte de África cuenta con una amplia cobertura que garantiza el acceso al agua potable de la práctica totalidad de la población. Sin embargo, en África Subsahariana menos de la mitad tiene acceso a una fuente de agua potable.
Estas carencias se acrecientan particularmente en las zonas rurales de estos países donde las infraestructuras de saneamiento no son óptimas, generando graves riesgos para la salud por la propagación de enfermedades infecciosas como el cólera. Estos datos son especialmente alarmantes entre los niños menores de cinco años, con la mayor tasa de mortalidad de todas las regiones en vías de desarrollo: 191 niños morían por cada 1.000 nacimientos en 2015, según datos de la ONU.
Más allá de la infraestructura, la escasez de agua en el continente se debe a también a una gran disparidad en la localización de los grandes embalses. Más de la mitad de las grandes presas de África Subsahariana se encuentran en Sudáfrica, mientras que Tanzania, un país con prácticamente la misma extensión y población, solo tiene dos.
Por otro lado, el desarrollo de la agricultura, una pieza fundamental para la lucha contra la pobreza en el continente, ha generado nuevos problemas de abastecimiento de agua, particularmente cuando se ha apostado por una industria agraria intensiva. Las importantes fluctuaciones climáticas que padece el continente a causa del calentamiento global solo harán que los problemas crezcan en las próximas décadas si no se encuentran soluciones.
La construcción de nuevas infraestructuras, particularmente grandes embalses, podría ayudar, según apuntan algunos expertos en la materia, a combatir las fluctuaciones climáticas y las sequías asociadas. No es una opinión compartida por todos, debido al gran impacto medioambiental de este tipo de infraestructuras.
Otra línea de actuación, que no es incompatible con la anterior, sería el mayor aprovechamiento de las aguas subterráneas mediante la construcción de pozos y medios de irrigación adecuados. En esta línea, ACNUR construyó en 2015 843 puntos de agua en campos de refugiados de todo el continente para tratar de aportar los 15 litros de agua potable que necesita cualquier persona para sobrevivir y a los que muchos africanos no tienen acceso.
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