Las personas más desprotegidas en cualquier situación de conflicto o de pobreza son siempre los niños y las niñas. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), aproximadamente 160 millones de niños y niñas son víctimas del trabajo infantil.
Estos niños suelen vivir entre violencia, abusos y una pobreza extrema, y son tratados como objetos por quienes los explotan. La situación en la que se encuentran destruye totalmente su infancia y les deja secuelas físicas y psíquicas para el resto de su vida.
El día 16 de abril de cada año se celebra el Día Internacional contra la Esclavitud Infantil. Que se celebre precisamente ese día no es ninguna casualidad, sino que se rinde un homenaje al niño paquistaní Iqbal Masih de 12 años, que logró liberarse de la esclavitud huyendo de sus amos y trabajó por la liberación de otros niños esclavos hasta que fue asesinado el 16 de abril del año 1995.
Como les sucede a otros niños de países con extrema pobreza, Iqbal fue “cedido” por su padre a un fabricante de alfombras a cambio de un préstamo. Iqbal trabajó durante seis años encadenado a un telar y sufriendo golpes. Finalmente, en el año 1992 logró escapar de la fábrica y se dedicó a ayudar a otros niños que se encontraban en su misma situación.
La esclavitud infantil sigue siendo un problema muy grave en algunos países como India o Afganistán, donde se recluta a miles de niños de las familias más pobres para trabajar en la industria del ladrillo.
Los niños esclavos son vendidos, en muchas ocasiones, por sus propios padres a cambio de dinero y de la promesa de una vida mejor, a personas sin escrúpulos que los venden a otros o los explotan de alguna de estas terribles formas:
Millones de niños y niñas en todo el mundo son obligados por adultos a ejercer la prostitución, a dedicarse a la industria pornográfica o al turismo sexual.
En ocasiones, los niños se endeudan con su patrón y este los obliga a trabajar hasta que la deuda quede pagada. Las condiciones de trabajo son muy malas y afectan gravemente a la salud de los menores. Esta situación se da especialmente en países como India o Pakistán.
La pobreza en los países en vías de desarrollo y la necesidad de mano de obra barata en los países desarrollados han fomentado el tráfico de niños trabajadores para explotarlos en fábricas e industrias de todo tipo.
En países de Asia y de Sudamérica muchos niños trabajan en minas y canteras arriesgando cada día su vida. Por ejemplo, en la República Democrática del Congo miles de niños son explotados para la extracción de minerales que luego se emplean en la fabricación de ordenadores o teléfonos móviles.
Se obliga a los niños esclavos a trabajar en el campo, cultivando y recolectando en pésimas condiciones y con un esfuerzo físico que corresponde a un adulto.
En algunos países en los que han surgido conflictos armados como Nigeria o Sudán del Sur, se recluta a los niños como soldados en escuelas y pueblos. Para estos niños matar a personas, violar a mujeres y otras formas de violencia se convierten en su terrible día a día.
Muchas menores son obligadas a casarse con adultos por sus propios padres. A pesar de los esfuerzos que se realizan en educación y de los riesgos que puede suponer el matrimonio forzoso para la salud de una menor, esta práctica sigue existiendo en la actualidad.
El trabajo doméstico, desarrollado principalmente por niñas esclavas, sigue existiendo. Estas niñas, que permanecen ocultas y olvidadas, sufren en ocasiones castigos muy crueles como golpes con planchas calientes o quemaduras con agua hirviendo.
Para luchar contra el problema de los niños esclavos y ayudar, debemos concienciarnos y pensar de dónde sale el café que nos tomamos cada mañana o dónde se fabrica la ropa que nos ponemos o el móvil con el que hablamos.
ACNUR trabaja en diversas áreas para proteger a la infancia desplazada y refugiada, que es especialmente vulnerable a ser víctimas de esta lacra:
Además, puedes colaborar con ACNUR y ayudar a la infancia desplazada y refugiada de otras formas como son siguientes:
Ayuda a los refugiados