En medio de los estragos de la prolongada crisis siria, la rehabilitación de viviendas dañadas se ha convertido en una pieza clave para permitir el regreso digno de las familias desplazadas y ayudarlas a reconstruir sus vidas. Familias como la de Abdel Hamid Al-Hashimi, un agricultor e imán de 51 años que en 2020 regresó a su pueblo natal Barneh, cerca de Alepo y se encontró su casa en ruinas.
Después de 5 años de desplazamientos forzados decidió regresar junto a su familia de 10 miembros, incluida su esposa, quien adolece de problemas de espalda, y un nieto de dos años con discapacidad mental. Al llegar se encontraron una casa sin puertas ni ventanas. Aquel que fuera su hogar, estaba en ruinas. “Regresamos sin nada. Dejamos atrás todas nuestras pertenencias. No teníamos nada en absoluto”, relata Al-Hashimi. Su vida y la de su familia se complicaba especialmente en invierno, cuando las temperaturas bajan de manera drástica y la única solución era colgar lonas de plástico y mantas en las aberturas, para intentar protegerse del frío, el viento, la lluvia o la nieve.
Todo cambió con la ayuda de ACNUR, que instaló nuevas puertas y ventanas en su hogar. Esta sencilla intervención transformó la vida de Al-Hashimi y su familia, mejorando su seguridad, protegiéndolos del frío y aportándoles más intimidad. “Ahora sentimos calor y, por primera vez en años, seguridad”, comenta. Además, la luz solar que entra por las ventanas contribuye a sobrellevar los cortes de electricidad que afectan al pueblo.
“Hay una gran diferencia entre vivir sin puerta y tenerla. Antes no sentíamos el calor – ni siquiera cuando encendíamos la calefacción, porque el aire frío entraba en la casa por todos lados –, pero ahora hemos empezado a sentirlo”.
Esta acción forma parte del programa de rehabilitación de viviendas de ACNUR para ayudar a las familias desplazadas sirias a vivir en condiciones de seguridad, dignidad y calidez cuando vuelvan a sus hogares. Este programa ha beneficiado a 71 familias vulnerables en Barneh, y se enmarca en un esfuerzo más amplio para abordar las necesidades críticas de los desplazados sirios.
“Aquí el invierno es duro. Quemábamos todo lo que encontrábamos para mantenernos calientes, pero sin puertas ni ventanas adecuadas, no nos sentíamos seguros en absoluto”.
Abdel Hamid Al-Hashimi
La crisis siria ha forzado a 13 millones de personas a abandonar sus hogares. Tras la caída en diciembre del régimen del Presidente Bashar al-Assad hay una gran incertidumbre en el país. Aunque más de medio millón han regresado, otros enfrentan desafíos que complican su retorno, como la falta de servicios básicos y la inseguridad. Antes de la caída del régimen, había más de 7 millones de personas desplazadas en el país y para los muchos millones que están fuera de Siria, regresar es un proceso complejo.
Por eso, contar con un hogar seguro es un factor esencial para las personas refugiadas y desplazadas que consideran regresar. ACNUR trabaja para garantizar que estas familias tengan un lugar digno y cálido, mitigando uno de los principales obstáculos para el retorno sostenible. Para ello, se esfuerza en atender las necesidades básicas de la población.
Para Al-Hashimi, el cambio es palpable. Este invierno, por primera vez en años, no significa un sufrimiento insoportable. “Sentimos calor y, por primera vez en años, nos sentimos seguros. Las puertas solían estar abiertas, dejándonos expuestos, ahora por fin tenemos una sensación de seguridad”.
Además, hay un motivo adicional de esperanza: su hijo, desplazado a Turquía, planea regresar pronto a Barneh. Para Al-Hashimi como para millones de sirios y sirias, un hogar seguro representa un nuevo comienzo y la promesa de un mañana mejor.
“Aspiramos vivir en paz y seguridad, restaurar nuestros hogares y nuestro pueblo, vivir en un ambiente lleno de amor y armonía, y tener una vida próspera”.
Abdel Hamid Al-Hashimi
Ayuda a los refugiados