Resistir a la guerra y al frío: “Cada noche apago mis audífonos para no oír los bombardeos” Resistir a la guerra y al frío: “Cada noche apago mis audífonos para no oír los bombardeos”
ucrania

Resistir a la guerra y al frío: “Cada noche apago mis audífonos para no oír los bombardeos”

27 de noviembre, 2025

Tiempo de lectura: 5 minutos

Comparte

En la región de Zaporizhia, al sureste de Ucrania, vive Nadiia Rudchenko, una mujer de más de 80 años que encarna la fuerza silenciosa de miles de ucranianos que resisten cada día. A su lado está su hijo Serhii, que convive con una discapacidad que limita su movilidad y su capacidad de ayudar mucho en casa. Ambos viven en primera línea del frente, en una zona donde el frío, los bombardeos y la incertidumbre son parte de la rutina diaria. Sin embargo, también es un lugar donde la resiliencia sigue dando pequeñas batallas.

Durante años, la casa de Nadiia fue un espacio sencillo pero seguro. Con sus pensiones podían cubrir lo básico: comida, gas, reparaciones ocasionales. Pero la guerra lo cambió todo. Los precios se dispararon, las ventanas dañadas dejaron de aislar, la vieja caldera de gas comenzó a fallar, y el frío empezó a ganar terreno dentro de su propio hogar. “Teníamos una caldera de gas vieja, pero estaba rota, así que no podemos usarla correctamente ni regular su potencia, solo funciona con carga completa, lo cual es muy caro. Normalmente nos abrigamos con muchas capas de ropa. Anoche dormía así y le pedí a mi hijo que encendiera la caldera durante la noche, pero incluso por la mañana seguía teniendo frío.”

Nadiia y su hijo Serhii. Foto: ©ACNUR/Alina Kovalenko.

La ayuda invernal de ACNUR

Brindar asistencia durante el invierno a las personas desplazadas y afectadas por la guerra en Ucrania, incluidas las comunidades más cercanas al frente, es una prioridad absoluta para ACNUR. La respuesta incluye asistencia económica puntual a familias vulnerables para ayudarlas a cubrir los gastos de energía y otras necesidades urgentes durante los meses de frío. Además, ACNUR y sus socios están distribuyendo e instalando Kits Térmicos Rápidos, que incluyen artículos para mejorar el aislamiento de sus hogares de forma fácil y económica, como pantallas aislantes reflectantes, láminas de plástico transparente para la reparación de ventanas, bloqueadores de espuma y cinta de construcción.

Además, ACNUR está distribuyendo e instalando calefactores en hogares de familias afectadas por la guerra y en asentamientos colectivos que acogen a las personas desplazadas internas más vulnerables.

Nadiia y su hijo han recibido este apoyo invernal de ACNUR y la ONG socia Proliska, que les ha instalado una nueva calefacción y un kit de aislamiento térmico en las ventanas, un gesto que puede parecer pequeño, pero que para esta familia significa la diferencia entre un invierno soportable y uno peligroso. Y es que cuando las temperaturas bajan de los cero grados y llega el viento y la nieve, el frío se hace insoportable.

“Estoy muy agradecida por la calefacción, que es preciosa y nueva. Antes, pedía prestada una calefacción de mi vecina porque la habitación de mi hijo era muy fría. Pero ahora tenemos nuestra propia calefacción”, confiesa Nadiia. Su agradecimiento no se limita al alivio físico, también es emocional. Saber que alguien se preocupa por ellos, que no están totalmente solos pese a vivir en tan cerca de la guerra, le da un respiro que la guerra le arrebata cada día.

Foto: ©ACNUR/Alina Kovalenko.

La guerra que no cesa

La vida fuera de las paredes de su hogar es todavía más difícil. Los bombardeos constantes, las sirenas nocturnas, los ataques en su propio barrio, las casas vecinas dañadas. “Lloro todo el tiempo”, admite. “Lloro por las sirenas antiaéreas. Estoy nerviosa, porque estamos bajo bombardeos constantes día y noche”.

Nadiia nació durante la Segunda Guerra Mundial, y asegura que nunca imaginó volver a vivir algo parecido. “Nací en esa época y mi madre tenía cuatro hijos, así que nos escondía en el agujero del patio cuando había bombardeos. Pero ahora usan armas mucho más modernas y es más difícil esconderse. Tenemos un refugio muy básico en nuestro garaje, que es como un sótano”. Y es que asegura que el número de ataques ha aumentado, junto con el número de víctimas civiles. Las casas alrededor de la suya han sufrido varios ataques.

Su mayor preocupación

A pesar de todo, su mayor preocupación no es ella misma, sino su hijo. “Él tiene una discapacidad y no hay nadie que lo cuide si me ocurre algo”. Asegura que hace años su hijo podía hacer cosas de la casa, pero ahora no, lo hace todo ella. También piensa en su nieta y sus bisnietos, que viven en una zona aún más castigada por los ataques. Intentó convencerlos de quedarse con ella, pero, como dijo su nieta, “tampoco es seguro aquí”.

La situación económica complica aún más su día a día. Las pensiones apenas alcanzan para el pan, y mucho menos para reparar ventanas o comprar comida básica. “Antes de la guerra era más fácil. Ahora, no sabemos qué nos espera”.

Aun así, Nadiia se aferra a su fortaleza interior. Se repite que es fuerte, que ha pasado por mucho y que debe seguir adelante y recomponerse, aunque sea tomando una simple una taza de té. A veces apaga sus audífonos al dormir para no escuchar los bombardeos, un descanso temporal para un corazón agotado. “Me digo: ‘Nadiia, eres fuerte, vive tu vida’”, cuenta con dignidad serena.

Mientras ACNUR continúa brindando asistencia invernal a miles de familias como la suya, la historia de Nadiia nos recuerda algo esencial: el invierno en Ucrania no es solo una estación. Es una prueba de resistencia, esperanza y humanidad. Y, gracias a una calefacción nueva y al calor de quienes no olvidan a los más vulnerables, este año Nadiia y Serhii enfrentarán ese invierno con un poco más de esperanza.

¿Qué cantidad quieres aportar?

Test IRPF Text1

  1. ACNUR
  2. Blog
  3. Resistir a la guerra y al frío: “Cada noche apago mis audífonos para no oír los bombardeos”