Hay una isla entre California y Hawái que no aparece en los mapas, pero que tiene una superficie de 1,6 millones de kilómetros cuadrados: es la isla de plá...
Hay una isla entre California y Hawái que no aparece en los mapas, pero que tiene una superficie de 1,6 millones de kilómetros cuadrados: es la isla de plástico del Océano Pacífico. Según un estudio de la revista Nature la zona acumula ya 1,8 billones de piezas de plástico. Esta cifra es 16 veces mayor que la que se tenía anteriormente, lo que indica que la cantidad de plástico que vertemos a los océanos no hace más que aumentar.
La isla de plástico del Pacífico no es la única que existe, ya que las corrientes marinas hacen que se acumulen grandes cantidades de plástico en determinadas zonas de mares y océanos. En otras zonas del planeta, como en el mar Mediterráneo y otros mares europeos, se acumulan entre 70.000 y 130.000 toneladas de microplásticos y entre 150.000 y 500.000 toneladas de macroplásticos.
Una isla de plástico es una agrupación de residuos no biodegradables que se acumulan debido a las corrientes marinas. Estas islas de plástico se pueden formar por diferentes causas, todas ellas con origen en el ser humano:
Aunque una isla de plástico en medio del océano nos pueda parecer algo muy lejano, lo cierto es que afecta a todo el planeta. Sus consecuencias son reales, aunque no podamos verlas directamente ni de forma inmediata. Estas son solo algunas:
Una mala gestión de nuestros residuos se traduce en el empeoramiento del cambio climático: graves sequías, desertificación, aumento de temperaturas, inundaciones. Esto provoca que haya personas desplazadas bajo el contexto del cambio climático.
La preocupación por el cuidado del medio ambiente es global: los refugiados también llevan a cabo acciones destinadas a cuidar del planeta. En los campos de refugiados de Sanliurfa o Kilis, en Turquía, está prevista la puesta en marcha de diferentes planes de reciclaje: una estación de transferencia de residuos y una flota de vehículos que transporte los desechos para su posterior tratamiento.
En Egipto, los refugiados trabajan al lado de la comunidad local para luchar contra la contaminación de plástico en el río Nilo. Cincuenta refugiados voluntarios procedentes de Sudán, Somalia, Siria, Etiopía y Yemen se unieron a 800 ciudadanos egipcios para intentar reducir la contaminación en el río, cuyo ecosistema se encuentra amenazado por los residuos.
Mohammad, un refugiado sirio de 50 años, solía ayudar a sus padres a limpiar el río en Siria cuando era pequeño. La idea de limpiar el Nilo le llevó de vuelta los mismos sentimientos que tuvo en Siria: “Cuando era pequeño, veía a mis padres limpiar el río. Ellos me dieron ese ejemplo y yo esperaba dárselo a mis hijos, pero desafortunadamente, huimos de Siria cuando eran muy jóvenes.”
Ayuda a los refugiados