“Me siento positiva. Siento que puedo hacer cualquier cosa que quiera hacer aquí. Podría tener mi casa, inscribir a mis hijos en la escuela, tener un pequeño negocio....
“Me siento positiva. Siento que puedo hacer cualquier cosa que quiera hacer aquí. Podría tener mi casa, inscribir a mis hijos en la escuela, tener un pequeño negocio. Veo oportunidades aquí”, dice Rosario Johnson, una hondureña de 30 años y madre dos hijos, a pocos días de llegar a México y de asistir junto a un grupo de personas refugiadas a una actividad organizada por ACNUR en Monterrey en la que se les informan de sus derechos y opciones de trabajo y de vivienda.
Susana Barrera tiene 40 años y es otra refugiada en Monterrey, aunque en su caso huyó de Guatemala y ahora trabaja en OXXO, la cadena de supermercados más grande de América Latina. “Aquí soy libre, pago mis impuestos, vivo una vida normal y tengo la oportunidad de desarrollarme”, dice la mujer guatemalteca.
Tras escapar de la inseguridad, el caos y la escasez alimentaria de Venezuela, Magdalena buscó protección en México junto a su hija Mariana y dos nietas. Con 60 años y la presión arterial muy alta, hacía mucho que no podía visitar un médico y la situación era complicada. “Me gusta mi casa, me gusta donde vivo, me gusta lo que hago, me gusta mi nuevo futuro. Hemos encontrado paz aquí, hemos encontrado estabilidad, incluso emocional, y calidad de vida”, dice esta abuela que ahora reside en Tijuana. Ella y toda su familia recibieron ayuda de parte de la COMAR, la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados, además de una ayuda económica temporal de ACNUR.
Son alguna de las miles de historias de resiliencia de personas refugiadas que han conseguido rehacer sus vidas en tierras mexicanas. Pero no todo es color de rosa cuando hablamos de refugiados, por supuesto. Porque la gran mayoría carga consigo historias trágicas que se convierten en traumáticas en el país de acogida, sobre todo cuando su situación aún no logra estabilizarse. Ese es el caso de la hondureña Lorena, madre de tres hijos y que quiso llegar a Estados Unidos desde México, cruzando el Río Grande en una balsa improvisada, pero fue interceptada al llegar y deportada otra vez a México, específicamente a Tijuana donde ahora vive hacinada en un albergue junto a otras 600 personas solicitantes de asilo. “Estamos atascados. No podemos volver a casa y tampoco podemos seguir adelante. Estamos a la deriva. Es traumático. Es desesperante. No conozco este lugar. Es un país extraño. No tengo familia aquí”, dice Lorena.
En México, ACNUR y sus socios locales brindan asistencia jurídica, provisión de alojamiento, apoyo médico, atención psicológica y asesoramiento, además de ayuda económica temporal en algunos casos puntuales. Durante los últimos años, más de 10.000 personas refugiadas han sido beneficiadas con los programas de ACNUR en México.
Recientemente, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi, hizo una visita de tres días a México y ratificó el compromiso de ACNUR para seguir reforzando el sistema de asilo en la región. Además, se reunió con la Subsecretaria para Asuntos Multilaterales y Derechos Humanos de la Secretaría de Relaciones Exteriores, Martha Delgado, para firmar un convenio que ayudará a que 100 personas refugiadas y solicitantes de asilo puedan estudiar en diferentes universidades en México. Grandi también se reunió con el Subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración de la Secretaría de Gobernación, Alejandro Encinas, con quien firmó un convenio para el fortalecimiento institucional de COMAR (Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados).
“México se encuentra hoy bajo una creciente presión con la llegada continua de personas con necesidades distintas y cada vez más complejas a sus dos fronteras. No puede haber una sola respuesta, las soluciones tienen que ser integrales, inclusivas con un enfoque regional: es crucial reforzar el sistema de asilo, asegurar alternativas migratorias y una integración efectiva”, comentó Filippo Grandi, quien visitó Ciudad de México, Tijuana, Guadalajara y la empresa mexicana de muebles Mexa, que contrata a personas refugiadas en su plantilla laboral.
Según datos de ACNUR, las solicitudes de asilo en México durante 2021 han sobrepasado las 116.000, una cifra que es el 46% superior a 2019, que fue el año con el mayor registro.