La región de Tigray se sitúa en la parte más septentrional de Etiopía y tiene como capital a la ciudad de Mekelle. Al norte limita con...
La región de Tigray se sitúa en la parte más septentrional de Etiopía y tiene como capital a la ciudad de Mekelle. Al norte limita con Eritrea, al oeste con Sudán, al sur con la zona Amhara y al este con Afar. En 1995 se estableció como una de las nueve regiones o estados diferenciados étnicamente, según el ordenamiento político y administrativo que el país diseñó en aquel momento. Y desde que en 1998 comenzó la guerra entre Eritrea y Etiopía, Tigray no ha tenido demasiados momentos de paz y ha sido escenario de recurrentes enfrentamientos.
A finales de 2020 la situación era crítica y miles de personas entre civiles y refugiadas eritreas en Tigray necesitaban de ayuda humanitaria urgente. En ese momento, ACNUR realizó un llamamiento de urgencia a las autoridades etíopes para que permitieran el acceso de la asistencia y los servicios, ante la alarmante situación de campamentos desabastecidos de alimentos y otros productos de necesidad básica. Los enfrentamientos, ataques y secuestros dentro de los campamentos de refugiados complicaban mucho la situación.
Miles de personas desplazadas y la destrucción total de los medios de vida para muchísimas personas (incluida la pérdida de muchos empleos) es el saldo que han dejado los enfrentamientos entre el gobierno federal de Etiopía y el Frente de Liberación Popular de Tigray que se vienen sucediendo desde noviembre de 2020.
Se trata de una crisis humanitaria que afecta a 1,7 millones de desplazados internos en Tigray, además de los 87.420 refugiados eritreos que están en la región y que continúan en una situación crítica y a los 46.000 refugiados que cruzaron a Sudán escapando de la violencia. Y todo esto en un contexto en el que 720.000 niños y niñas necesitan ayuda y protección urgente.
“Soy enfermera certificada y quiero ayudar a las personas que lo necesitan”, dice Brukti, quien fue enfermera en Tigray durante cuatro años hasta que la violencia la obligó a abandonar su aldea y a trasladarse a la zona de Adwa. Se cree que hay cerca de dos millones de personas desplazadas dentro de Etiopía a causa del conflicto en Tigray. “La población civil está sufriendo. La desnutrición está provocando muertes y, por mi profesión, no puedo solo observar y no hacer nada. Debo brindarles ayuda”, dice el doctor Haile Haregot, quien brinda atención médica de manera voluntaria en el centro de salud de Mekelle. “También nos beneficia que hay distintas especialidades: algunas personas han recibido formación para tratar a víctimas de violencia sexual y de género, mientras que otras se especializan en la evaluación de niñas y niños que padecen desnutrición”, agrega este médico etíope.
El Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, Filippo Grandi, se manifestó sobre la situación en la región etíope de Tigray y dijo que la situación humanitaria “se torna aún más compleja con la amenaza de hambrunas, desplazamiento creciente e incesantes reportes sobre violaciones a los derechos humanos, que incluyen perturbadores casos de violencia de género y el retorno forzado de personas refugiadas al peligro o las persecuciones”. Y destacó la labor de ACNUR y de otros organismos de Naciones Unidas que continúan solicitando a las autoridades correspondientes que se garantice la protección de la población civil y la seguridad de los cuerpos humanitarios que trabajan en el terreno.
Para trabajar adecuadamente en la región, ACNUR ha creado un equipo técnico y de emergencias con personas altamente calificadas. Durante una misión junto con la Oficina de Coordinación para Asuntos Humanitarios de la ONU, ACNUR pudo acceder a los campos de refugiados eritreos de Shimelba y Hitsats en Tigray y los encontró completamente arrasados, con las instalaciones de ayuda humanitaria saqueadas y víctimas de múltiples actos de vandalismo.
Mientras crece la preocupación por el destino de todas las personas refugiadas que tuvieron que huir de ambos campamentos, se sabe que de los 20.000 refugiados que vivían antes de que estallara la crisis, más de 7.000 han buscado refugio por su cuenta o han conseguido asistencia de las autoridades etíopes para llegar a alguno de los otros dos campos de refugiados eritreos: Mai Aini y Adi Harush. ACNUR también consiguió contactar con más de 1.000 refugiados que vivían en los campos arrasados y que ahora están a salvo en sitios como Shire, Mekelle, Afar y Addis Abeba.
En Mai Aini y Adi Harush se ha repartido comida y materiales básicos de ayuda humanitaria para todas aquellas personas refugiadas que pudieron ser reubicadas allí. ACNUR también colabora de manera directa con las autoridades y con sus socios en Sudán para asegurar la llegada de alimentos, agua potable, alojamiento y atención médica a las personas que llegan desde Tigray en busca de protección.